|
Recuerdo que la primera vez que dejé mi trabajo secular para entrar en el ministerio a tiempo completo, puse una cierta cantidad de dinero en el banco para mi plan de jubilación. Pensé que si todo el asunto del ministerio no funcionaba, al menos tendría un fondo de reserva en el que apoyarme. Un día, un amigo que también estaba en el ministerio vino a mi oficina y me dijo: “Pastor, no sé qué voy a hacer. El motor de mi auto se echó a perder, y no tengo dinero. Ni siquiera sé cómo voy a ir a la iglesia”.
Yo sabía que su necesidad era legítima, y también sabía que yo tenía el dinero suficiente en el banco para comprarle un auto. Sin embargo, de pronto me puse muy, muy espiritual y dije: “Bien, vamos a orar. Dios es el dueño de millares de animales en los collados, así que tiene poder para proveer. David dijo: ‘Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan’” (Ver Salmo 37:25).
Mientras se sentaba al otro lado del escritorio, incliné mi cabeza y comencé a orar, sin embargo, pareció como si mi boca hubiera estado llena de mantequilla de maní. Casi no podía orar, todo el tiempo esta pequeña voz detrás de mí estaba diciendo: “¡Hipócrita! Si un hombre ve a su hermano padecer necesidad y cierra contra él su corazón, ¿cómo puede decir que el amor de Dios habita en él?” (Ver 1 Juan 3:17). Traté de sacarla de mi mente mientras estaba orando hasta que finalmente me quedé sin energía y dije: “Tengo dinero en el banco si lo necesitas”.
Terminé comprándole un nuevo auto. Poco después de eso, el motor en mi auto se echó a perder y en ese momento dije: “Bueno, Señor, te he obedecido. Eso es todo lo que puedo decir”.
Algún tiempo después, estábamos renovando una iglesia que habíamos comprado en el campo. Yo estaba en un andamio, ayudando a pintar el techo, cuando de repente llegó alguien y me dijo: “¡Tienes una llamada de emergencia!" Cuando tomé el teléfono, el hombre en la línea se presentó como un vendedor de un concesionario local de automóviles. Luego dijo: "Un caballero vino esta mañana y le compró un auto nuevo. ¡Todo lo que tiene que hacer es venir a firmar!”. Le pregunté la identidad de la persona, pero me dijo que había optado por permanecer en el anonimato.
Por favor, quiero que comprendas que no estoy diciendo que si compras un auto para un amigo, vas a obtener uno nuevo a cambio. Lo que quiero comunicarte es, simplemente, que en la medida que hacemos las cosas a la manera de Dios, rehusándonos a retener algo cuando vemos una necesidad real ante nosotros, Dios será nuestro proveedor y suplirá nuestras necesidades.
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 2 de 2
Siguiente
Último
|
|
Dios bendiga tu vida Héctor, realmente Dios provee diariamente lo que necesitamos, cumple sus promesas, bendiciones! Araceli
|
|
|
|
|