Señor, llego al final de mi vida y puedo ver atrás. Me presento hoy ante tu trono como tu seguidor, como un buen cristiano.
levando Tu Evangelio a aquellos pueblos que lo rechazaban y muchos creyeron.
Enseñé Tu Palabra, Señor. Estudié y me preparé mucho para poder hacerlo. Cientos de hombres, mujeres, niños me escucharon y entendieron.
Prediqué Tu Palabra desde el altar cientos de veces, Señor. Visité a quienes estaban en las cárceles llevándoles Tu mensaje de esperanza. Regalé miles de Biblias que han sido de mucha bendición.
Edifiqué iglesias, Señor. Te serví entre los más pobres. Ayudé a quienes necesitaban socorro material y espiritual.
Traje a muchos a la Verdad, a Tu verdad.
Te pido, amado Señor, que me permitas entrar en Tu reposo.
-¡Apártate de mí, maldito!
Pero... Señor, te vi hambriento y te di de comer, estuviste en la cárcel y te acompañé, tuviste necesidad y me preocupé por atenderla. Te vi en tierra de forasteros y aún a riesgo de mi vida me preocupé por servirte...
-¡Nada de esto lo hiciste por indicación mía! Sino siguiendo tu propio ego, haciendo tu voluntad y no la mía. El ego fue tu ídolo. No estaba mi Padre como número uno en tu vida. No hiciste nada por obediencia a mis indicaciones sino porque creíste estar haciendo Mi Voluntad pero no me escuchaste. ¡No Me escuchaste!
Gálatas 3: 1 al 5 ¡Gálatas torpes! ¿Quién los ha hechizado a ustedes, ante quienes Jesucristo crucificado ha sido presentado tan claramente?
Sólo quiero que me respondan a esto: ¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje?
¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos?
¿Tanto sufrir, para nada? ¡Si es que de veras fue para nada!
Al darles Dios su Espíritu y hacer milagros entre ustedes, ¿lo hace por las obras que demanda la ley o por la fe con que han aceptado el mensaje?
Te has revestido de piedad, y los hombres te creyeron. Pero manifiestas son tus obras, que actuaste según la carne (el cuerpo y el alma) y no en obediencia al Espíritu.
Actuaste como un religioso. Como un fariseo del siglo XXI. ¡Hipócrita! ¡sepulcro blanqueado!
Arrepiéntete ahora que todavía tienes tiempo, deja de lado todo lo que no venga de Mi. Quédate quieto y solamente ¡Escucha!
Salmos 32:8 al 10 El SEÑOR dice: «Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti. No seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento, y cuyo brío hay que domar con brida y freno, para acercarlos a ti.»
Muchas son las calamidades de los malvados, pero el gran amor del SEÑOR envuelve a los que en él confían.
HÉCTOR SPACCAROTELLA
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