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TU DIESTRA ME HA SOSTENIDO
“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra
seca y árida donde no hay aguas. Para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario.
Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán. Así te bendeciré en mi vida; en tu
nombre alzaré mis manos. Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, y con labios de júbilo te
alabará mi boca. Cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche.
Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu
diestra me ha sostenido”
Al transcribir y
compartir mi experiencia
personal sobre cómo obtener paz y fortaleza en momentos duros, como aquellos que
nos ha tocado vivir como familia. Yo siempre creí, que no podría
sobrevivir si algún día
tuviera que sufrir la partida de mi esposo. Si tuviera que explicar cómo pude hacerlo la
respuesta sería: “Dios ha sido mi fortaleza”. Sería una buena respuesta, pero sé muy
bien que no se entendería del todo. Por eso voy a relatarles mi experiencia en este
tiempo de crisis. La segunda parte del primer versículo de este Salmo, dice:
“...mi alma tiene sed de Ti, mi carne te anhela en tierra seca y árida donde no hay aguas”
Vivir este tiempo, ha sido muy doloroso para mí. Fue como caminar por tierra
seca y árida donde no hay aguas. Sabemos que al estar en un lugar así seguramente
tendremos sed. Es como atravesar un desierto buscando un manantial y al llegar al
lugar encontrarnos con que tan solo era un espejismo y no hay más que tierra seca.
Quiero contarles que a mí me ocurrió absolutamente lo contrario. Fue estando
en la tierra seca que clamé a Dios desde lo profundo de mi alma estando en mi
habitación. Calladamente, sin gritar, haciéndole saber que mi alma estaba sedienta.
Necesitaba a Dios cerca de mí, más que nunca. Le dije al Señor que no podría seguir
adelante, si Él no me fortalecía. Se lo dije, sincera y sencillamente así, como el
salmista lo expresa:
Salmos 63:1
“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra
seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria.
¡Señor, tengo sed de ti, mi alma te anhela! Y no encuentro agua que sacie mi
sed ahora. ¡Es muy grande mi tristeza, y el vacío en mi corazón! Mi carne, mi cuerpo
está muy cansado y yo… ¡quiero ver tu gloria y tu poder!
Me sentía como el salmista, como caminando sola por un desierto, mirando a lo
lejos, procurando hallar agua fresca para calmar mi sed. Pero Dios estuvo cercano a
mí, para socorrerme y consolar mi alma. Fue grandioso como Dios sació mi sed, llenó
mi espíritu de su presencia y me dio paz. Me confortó y me mostró su poder y su gloria.
Llenó mi alma con su presencia, sentí su Espíritu Santo sobre mí, que me daba fuerzas
nuevas, y me renovaba física y espiritualmente.
Salmo 63:7
“Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré.”
Dios ha sido mi socorro. En todo momento difícil me acompañó y renovó. Es mi
refugio seguro. Su amor y su misericordia me animan a seguir adelante en cualquier
circunstancia. Me ha dado muchos motivos para adorarle y darle gracias. Me acomodé
en la quietud de su presencia y recibí su fortaleza mientras oraba. Era como si alguien
me hubiera tomado en sus brazos antes de caer.
Salmo
“Está mi alma apegada a ti; Tu diestra me ha sostenido.”
Fue Dios que me ha dado una vida feliz, un esposo que me ha amado mucho,
con quien he sido muy dichosa. Aun lo sigo amando, aunque él haya partido a la
presencia de Dios. Él nos permitió formar una familia unida que me expresa su afecto,
me cuida y acompaña. En esto compruebo el amor y la fidelidad de Dios, en la manera
en que siempre nos ha acompañado.
Al hacer un balance de mi vida, puedo decir que nunca nada nos ha sido fácil.
Hemos trabajado mucho siempre, para poder progresar y cumplir nuestro anhelo de
que nuestros hijos estudien. Tuvimos que esforzarnos y luchar, pero hacerlo juntos ha
sido de gran bendición y lo hemos logrado con la ayuda de Dios. Ha sido gratificante
ver crecer a nuestros hijos y nietos. En medio de las pruebas siempre hemos sentido
que su diestra nos ha sostenido y sé que lo seguirá haciendo y me sostendrá hasta el
fin. No tengo ninguna duda de que así será, porque mi alma está apegada a Dios,
quien es mi socorro oportuno en la tribulación.
¿Cómo te sientes?, ¿necesitas fortaleza? Acude a Dios. Él está dispuesto a
socorrerte a ti, a estirar su mano y sostenerte con su diestra en todo momento. Solo lo
hará si se lo pides, ya que te da la posibilidad de tomar decisiones. Recurre a Dios en
oración y dile que lo necesitas.
Exprésale tu angustia en palabras. Permite que Él te
muestre su Gloria y su poder. Verás que te sostendrá y acudirá en tu socorro.
¡Digno eres Señor de toda gloria y alabanza!
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Si nos sostiene con su diestra,
todo será posible!!
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