La diferencia en por qué muchos progresan y prosperan, y otros no, está determinada por la humildad con la que actúan los primeros.
La Palabra es clara, si queremos recibir honra, primero necesitamos desarrollar humildad en nuestra vida.
En el versículo, la humildad está vinculada directamente al aspecto de la enseñanza, es decir, a tener la disposición adecuada a la hora de aprender.
La humildad para recibir sabiduría se sustenta sobre dos cualidades fundamentales:
- Ser enseñable: estando abiertos para mejorar como personas, y también para hacer las cosas de mejor forma.
- Corregibles: para poder rectificar comportamientos negativos y cambiar hábitos que conducen al fracaso.
La persona que no es enseñable no puede ser corregible debido a la ignorancia que posee en ese aspecto.
La persona que está dispuesta a aprender, pero no a corregir, recibe el conocimiento pero no transforma su comportamiento, y no ve el fruto en su vida.
En este sentido la apertura mental es fundamental, tanto para aprender cosas nuevas como para corregir cosas que ya hacemos.
Los principios de la Palabra de Dios son la verdadera sabiduría para la vida, está en nosotros recibirla con humildad para poder aprender de ella y aplicarla en cada área.
Si en algún área de tu vida todavía no te has desarrollado como merecerías, fíjate si no hay falta de humildad de tu parte.
Antes de empezar a probar distintos métodos y alternativas, empezá por obedecer este principio, y los resultados estarán asegurados.
Cuando tengas que escoger tu círculo íntimo, buscá personas que sean enseñables y corregibles, para poder desarrollarte junto con ellos.
Cuando tengas que trabajar con alguien, fijate que esa persona tenga humildad para que el desarrollo esté asegurado en el lugar donde trabajás.
Yo bendigo tu vida para que en este tiempo puedas desarrollar humildad, y entonces puedas ser honrado por Dios en todo lo que hagas.
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