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General: LA IGLESIA FRENTE AL DESAFÍO DEL CÁNCER
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: hectorspaccarotella  (Mensaje original) Enviado: 02/05/2016 12:01

La Iglesia frente al desafío del cáncer

¿Estamos preparados para acompañar al paciente?

¿Podemos aportar herramientas para prevenir la enfermedad?

 

Hace tiempo que me doy permiso de escribir de cuestiones sobre los que mucho no se habla en la Iglesia; esta es sin dudas una de ellas: la actitud de la fe frente al cáncer y frente al paciente oncológico.

Hay preguntas que he necesitado hacerme para encontrar respuestas, pensando en las personas que hoy sufren la enfermedad y en las más de 13 millones que según la OMS la padecerán en los próximos 15 años solamente en Argentina. Se estima que para 2030 el número de casos aumentará un 62% en Latinoamérica.

 

¿ESTAMOS PREPARADOS COMO IGLESIA PARA DAR RESPUESTAS?

 

Pablo Deiros escribió: “El propósito de la vida y misión cristiana es sanar a las personas para que ellas desarrollen sus vidas en toda su plenitud y con todo su potencial”.

Pensar en “vidas en plenitud” me lleva a ver la integridad del ser humano: cuerpo, alma y espíritu.

Uno aprende que no hay enfermedades sino enfermos. De modo que no puede hablarse de soluciones masivas o únicas, sino que hablar de salud y enfermedad es atender a cada persona individualmente, y hay tantas posibilidades de ayuda como pacientes. En palabras de Deiros, esa es nuestra tarea. La obra ya está hecha en la Cruz hace dos mil años. La Iglesia es su ministradora. Somos portadores de un mensaje de sanación, de esperanza; una puerta que se abre frente al desafío del padecimiento.

 

LA LLAVE

 

La Resurrección de Cristo es la llave que abre esa puerta, porque es la victoria de la vida sobre la muerte. Es también la herramienta que tenemos que usar para asistir al enfermo sufriente.

Pasar al enfermo por la Cruz es también ser sensible a su necesidad, contribuir a aliviar el dolor del cuerpo y también del alma.

 

Como comunidad, estamos para ayudarlos, para ponernos en su piel, para acompañarlos, para llevarles esperanza, para ofrecerles salvación.

Son gritos, muchas veces silenciosos pero que están allí, a las puertas de nuestros oídos espirituales. Gritos de soledad, de abandono, de pérdida de voluntad de seguir, de desesperanza, de miedo al final.

El desafío de la nueva evangelización pasa, en gran me­dida, por la asunción de estos nuevos gritos de abandono.

Aprendí que no hay sanación integral (cuerpo-alma-espíritu) sin salvación. Y que la sanación del cuerpo o del alma involucra muchas veces un proceso de liberación de maldiciones espirituales que vienen arrastrándose de generación en generación destruyendo y solo destruyendo.

Creo que muchos cristianos viven una fe cristiana sin resurrección. Esta fe se queda en el Cristo sufriente, cuya experiencia de vida termina en la cruz.

No hay resurrección y entonces no hay esperanza, convirtiéndose como decía Pablo, en una fe vacía y sin sentido.

Un ministerio que acompaña al enfermo pero que no lo desafía al cambio de dirección, a la conversión como proceso, que no termina desencadenando su liberación, su salvación y como consecuencia de eso en sanidad.

 

AYER, HOY Y POR LOS SIGLOS

 

Ese Jesús que relatan los Evangelios haciendo milagros increíbles de restauración de la salud sigue vivo hoy en día y como lo prometió, está aquí en medio de nosotros, hoy también puede restaurar tu salud o la mía.

La enfermedad es una posibilidad para llegar a una transformación más profunda de las personas. Desde este punto de vista, la restauración de la salud no es un fin en sí mismo.

Y el proceso de encontrar una vida más saludable exige un radical cambio de perspectiva de vida, que se consigue con el esfuerzo de pacificar la propia historia, una búsqueda profunda de la Paz en todo el ser, y un profundo proceso de reconciliación con Dios y con los hombres como camino hacia la sanidad.

El encuentro que estas actitudes de vida generan en la persona constituye un verdadero milagro divino, mucho más grande que si ante la imposición de manos un tumor canceroso se remite o desaparece.

 

EL CÁNCER NO ES EL FIN

 

El cáncer no es el fin sino un camino hacia una oportunidad de vida. Aquello que aterrorizó al hombre del siglo XX y que sigue llenando de miedo y preocupación al del siglo XXI, se constituye hoy en un puente de comunicación hacia Dios. Una forma profunda de entender la Resurrección como el punto culminante y central de la fe.

Dios lo es todo. Y en su Amor, abre caminos de sanidad integral.

Así la enfermedad, me permite estar más cerca de su Presencia, y me da la oportunidad de encontrar en el camino la sanidad del cuerpo, la restauración y salvación de mi alma.

 

HECTOR SPACCAROTELLA          

tiempodevocional@hotmail.com

Este artículo fue publicado en la revista La Fuente de Paraguay. (Desde  allí se distribuye en toda la América hispana) del mes de mayo de 2016. Puede ver el número completo en:
http://www.mazdigital.com/webreader/38779

 

Fuentes consultadas:

Pablo Deiros, La iglesia como comunidad terapéutica (Editorial Certeza)

Jorge León, Psicología pastoral de la Iglesia (Editorial Caribe-Betania)

Instituto Nacional del Cáncer  http://www.cancer.gov

Organización Mundial de la Salud http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2003/pr27/es/

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 02/05/2016 21:12

Creo que es algo imprescindible para tener en cuenta como Iglesia, para poder ser útiles apoyando como Iglesia a quienes se vean afectados, gracias por este mensaje que es como un llamado de atención, estar preparados para acompañar y ministrar a personas que lo padecen, Dios te bendiga y siga utilizando tu vida como lo hace, Araceli



 
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