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General: ATESORANDO RECUERDOS (3)
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Respuesta  Mensaje 1 de 5 en el tema 
De: Néstor Barbarito  (Mensaje original) Enviado: 21/05/2016 23:07

ATESORANDO RECUERDOS (3)

 

Los primeros tiempos de mi vuelta “al siglo”, como se  llamaba a la vida laical en la jerga religiosa de aquella época, estuvieron entre los días más duros y tristes de mi vida. La readaptación no fue fácil, pero la más dura lucha fue con mis escrúpulos de conciencia, que me arrojaban a la cara frecuentemente y con desprecio, aquella expresión de Jesús: «Quien pone la mano en el arado, y vuelve la vista atrás, no sirve para el Reino de Dios»(Lc 9,61). Yo me sentía propiamente como quien ha vuelto la vista atrás y abandonado el arado en medio del surco. Y una y otra vez volvían a mi memoria estas palabras del Señor, que pensaba que hubiera debido oír antes como advertencia: «¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar, y todos se rían de él,  diciendo: “Éste comenzó a edificar y no pudo terminar”»(Lc 14, 28-30). Y muy especialmente me pesaba el final del párrafo que advierte: «Cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo»(Mt 14, 33). Pero tengo que decir que esos dolores no sólo fueron provocados por escrúpulos de conciencia. También me producía una enorme tristeza haber renunciado al ideal del sacerdocio, que se había encaramado a mi corazón y  llegara a serme tan amado.

 

 Aunque poco tardé en ponerme de novio con una hermosa muchacha conocida desde la infancia, sólo muy paulatinamente la angustia fue perdiendo intensidad, y durante muchos años conservé, semioculta entre las telas de mi corazón la sensación de haber traicionado, por cobardía, la vocación que creía que Dios me había ofrecido.

Recordando aquellas vivencias, no sin dolor, y en versos que quizás llevaban implícito un velado reproche al Señor por no haberme dotado de la necesaria fuerza de voluntad para llevar a cabo aquello hasta el fin, alguna vez pude escribir lo siguiente:

 

De ti recuerdo tu cariño juvenil,

el amor de tu noviazgo;

aquel seguirme por el desierto,

por la tierra no sembrada.» (Jr 2,2)

             PROMESA

 


Un día hermoso de primavera

mi amigo me invitó al desierto.

Con sólo una mirada cómplice

me ofreció  su compañía.

Yo lo amaba y creí enloquecer de gozo.

Las entrañas se me escurrían por los huecos tibios.

Mi corazón  comenzó a girar y hacer cabriolas en el pecho.

Apremiado por febriles ansias

abandoné amigos, familia, mi huerto…

Me dejé conducir como un ciego,

sin prevención ni reservas;

sin especulaciones.

 

El calor de su mano me infundía

confianza y entusiasmo;

era promesa de goces más altos.

El recuerdo de esos días

hace revivir mi exaltación de entonces

y calienta mis fríos huesos.

Sin embargo…

no bien llegamos a lo más árido de aquel páramo

mi amigo me dejó; ¡no logré retenerlo!

Quedé solo y a merced de mis fantasmas

entre las rocas tan yermas y desoladas como mi alma,

 ¡y tan desnudas!

 

Lo llamé con angustia,

lo busqué con empeño.

Me deslicé en cada hueco

tropezando y golpeando mi rostro y mis manos;

ante cada roca repetí su nombre.

Tan sólo el desierto devolvió mi grito

y recogió mi llanto…

 

Volví a casa arrastrando mi ilusión hecha jirones.

En un rincón del pecho aleteaba un pájaro en agonía.

Tomé la azada  y me incliné sobre el surco.

 

Ahora sólo queda el rastrojo.

La cosecha ya ha sido levantada,

pero sigo sintiendo en mi mano el calor de la suya

y  mis ojos, entre nieblas,

aún vislumbran su mirada mensajera de promesas.

Cada tanto vuelvo la cabeza.

Todavía confío en que vendrá a buscarme.

Ya el invierno está llegando…

que Él un día vendrá.

                   

**************************************    


 



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Respuesta  Mensaje 2 de 5 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 22/05/2016 03:26


Que hermosos recuerdos atesorados a través del tiempo. Cuantas experiencias compartidas con su esposa, gracias por compartirnos tantas cosas vividas, aunque si me permite le diré que todo lo que ha sucedido en sus vidas ha sido por voluntad del Señor.
  El ha sido quien puso a esa joven en su camino y los ha unido con tan bello amor. Sinceramente creo que no debe sentirse en falta porque Dios ha preparado cada uno de los momentos compartidos, por lo que El ha bendecido sus vidas al unirlos. Cuando leo sus relatos siento el gran deseo de conocerlos pronto, de conversar una tarde personalmente con ustedes, lo que seria muy grato para mi, les envío mi afecto desde aqui, Dios les bendiga mucho, Araceli



Respuesta  Mensaje 3 de 5 en el tema 
De: Néstor Barbarito Enviado: 22/05/2016 14:04
Muchas gracias hermana. A la misma conclusión llegué yo, sólo que me llevó bastante tiempo comprender el plan de Dios. Espero poder contarlo en una próxima comunicación.
Dios la bendiga.

Respuesta  Mensaje 4 de 5 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 22/05/2016 19:37








Que tengan una bendecida semana, gracias 






por su mensaje, bendiciones!! Araceli





Respuesta  Mensaje 5 de 5 en el tema 
De: hectorspaccarotella Enviado: 23/05/2016 12:53
Como hemos hablado personalmente, querido amigo, tus recuerdos de experiencias, tu sentimiento de traición al llamado, la imagen de darle vuelta la cara a quien nos miró a los ojos y nos llamó por nuestro nombre, también me acompañaron durante 30 años. 
También recibí ese llamado a ser nazareo, a apartarme para él a los 12 años, luego a los 18... no entendía, no Lo entendía, porque los hombres han construido caminos limitados para el encuentro y la entrega. Solamente un encuentro cara a cara con el Señor puede revelar lo que la religión no llega a mostrar.
Fue recién en 1999 que mis ojos espirituales se abrieron a la realidad de lo que el Señor me estaba proponiendo desde la adolescencia. 
Igual que vos, vivo en plenitud mi matrimonio y mi familia. Es más, anoche mismo en un momento de profunda oración, le agradecía a Dios porque Adriana, mi compañera fue una poderosa herramienta que abrió camino donde no había, y me permitió finalmente el encuentro con el Señor. 
No puedo dejar de mencionar cuánto expresa la poesía, de aquello que no puede decirse con palabras llanas. 
Te quiero mucho, Nestor. Y a tu Luisa. 

HÉCTOR


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