No fui
Mateo 28:18-20 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda
potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado;
y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
La noticia pasó desapercibida
para la mayor parte de la población de mi ciudad. Los medios de comunicación
locales la reflejaron en la sección de policiales, porque en principio fue una
muerte dudosa hasta que se confirmó luego como suicidio. Gerardo fue alumno mío
muchos años atrás y tenía actualmente 48 años de edad. Me lo había encontrado
en la calle meses atrás y no estaba bien porque había muerto su madre. Charlamos
un rato. Estaba muy deprimido. Recuerdo haber sentido adentro mío que tenía que
visitarlo y me ofrecí a hacerlo, accedió de buena gana… pero no fui.
La noticia dijo que la policía
encontró su cuerpo luego de doce días de haberse quitado la vida en el living
de su casa acostado sobre el revolver que utilizó para matarse. Me enteré que
además de la muerte de su madre, cuatro años atrás había muerto también su
esposa… estaba pasando por un profundo estado de tristeza, según los medios.
Y no fui.
Me quedé quieto, no obedecí
aquel llamado que puso Dios en mi corazón. Para los otros miles de lectores puede haber
sido más o menos impactante la noticia. Para mí fue una bomba estallando en el
pecho.
¿Hay un llamado?
No soy parte de una clase
especial de cristianos, no soy más cristiano que otros, no soy un cristiano
raro. Igual que vos, igual que todos los que somos Iglesia, he sido llamado a
la Misión. Los misioneros son simplemente cristianos que han obedecido llevando
el evangelio a otros y por lo tanto desde el punto de vista de esta descripción
todos debemos ser misioneros.
Este mensaje de Mateo 28 fue
dado por Jesús poco antes de ascender al Cielo. Entregado a Su iglesia, a más
de 500 personas presentes, entre los cuales estaban los futuros apóstoles, más
de 120 discípulos y otros que habían creído en Él. Entre los cuales estábamos yo… y vos.
Somos llamados a cumplir con
esta tarea no solamente porque Jesús lo haya indicado con estas palabras tan
específicas.
Es que sabemos que cada
persona que recibe las “Buenas Nuevas”
está abriendo su alma a la posibilidad de salvación, que puede obtenerse
solamente a través de Jesucristo.
Pero aún más allá de la
posibilidad futura del Cielo, la vida de quien recibe el Evangelio cambia hoy.
Y a través de la transformación experimentada también renace su relación de
pareja, mejoran sus vínculos familiares, su actividad laboral, su expectativa hacia
el futuro. Cuando le hacemos conocer el plan de salvación obtiene sanidad para
su cuerpo y su alma, además de un renacer espiritual que permite que el
Espíritu Santo entre a su corazón.
Cuando anunciamos a Jesucristo estamos dándole al otro una esperanza de
mejor calidad de vida en la Tierra, además de la seguridad de la Eternidad.
Cuando anunciamos a Jesucristo
estamos abriendo el presente de quien recibe el mensaje, que encuentra
finalmente un sentido a su existencia dejando atrás el opresor vacío
existencial.
No sé si el haber hablado con
Gerardo hubiera evitado que se quite la vida. Me enteraré de ello cuando tenga
que rendirle cuentas al Padre. Pero sí tengo la seguridad de que hubiera sido
portador de una oportunidad que quizá no tuvo.
ID
El misionero es el que lleva
el evangelio a otros. Hay algunos que son misioneros transculturales porque
Dios les ha llamado a predicar el evangelio en otra cultura (país o ciudad).
Pero el llamado misionero es para todos los cristianos, el obedecer estas
palabras de Jesús en Mateo 28 es para todos Nosotros. Es importante ver que las
palabras de Mateo 28 no son optativas. Dice “ID”. Un mandamiento claro, que es independiente de lo que
sintamos o pensemos al respecto. Si no vamos, si nos quedamos en la comodidad
del templo, si nos guardamos en la individualidad estamos desobedeciendo este
mandato y entonces pecando contra Dios.
Pensemos que hay muchos, miles
de personas a nuestro alrededor, que sin saberlo están esperando una
oportunidad.
Pensemos que ya es tiempo,
porque no hay tiempo. Que el momento es hoy, porque posiblemente no haya mañana.
O que alguien debe recibir el mensaje hoy porque probablemente ya no esté entre
nosotros mañana.
Le he pedido perdón a Dios,
pero ya no podré pedirle perdón a Gerardo.
Salgamos ya, que hay quienes
están esperando nuestra visita para seguir adelante con sus propias vidas.
Dios te bendiga.
HÉCTOR
SPACCAROTELLA
tiempodevocional@hotmail.com