LA FIDELIDAD DE DIOS
Su fidelidad se hizo presente desde el principio de la creación, cuando preparó un ambiente propicio para que el hombre, pudiera vivir en la Tierra. Del mismo modo que una pareja se prepara para el nacimiento de su bebé, Dios planeó la llegada del ser humano, disponiendo lo necesario para que este pudiera vivir completo y feliz.
El pecado del hombre arruinó su entorno y su interior. La desobediencia abrió paso a la maldad y todo cambió. El hombre se llenó de malicia, de falta de piedad, de angustia, soberbia y muerte como consecuencia de la desobediencia. Dios no había creado robots. Le había dado capacidad de elegir. Pero el ser humano tomó decisiones inconvenientes que trajeron muchos problemas a la humanidad (enfermedades, ira, celos, contiendas, asesinatos, muerte, etc.)
A pesar de la infidelidad del hombre, Dios se mantuvo fiel y le abrió un camino hacia la vida eterna y una renovada comunión consigo a través de Jesucristo. Jesús murió por la humanidad, ofrendando su vida para que quien creyera en Él tuviera acceso a la vida eterna.
Juan 11:25-26. “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” ¿Crees esto?
Dios mantuvo su fidelidad, aún después que el hombre desobedeció sus indicaciones y perdió la vida abundante que quiso proveerle desde un comienzo. Cristo venció la muerte y resucitó al tercer día. Dice La Biblia que todo aquel que en él cree no morirá eternamente y resucitará en el día que Jesús venga a buscar a su Iglesia.
¿Estás listo para encontrarte con Dios en cualquier momento? Si no es así, prepárate, búscalo. Su fidelidad es eterna. Su amor por ti está disponible hoy. Para alcanzar ese amor solo debes pedírselo. Dispón tu corazón a darle un lugar.
Confiésale que deseas una vida diferente. Dile que estás dispuesto a seguirle y pedirle perdón. Déjalo obrar en tu vida y tocar tu corazón. Recibe la Salvación. Si lo quieres, expresa tu voluntad de aceptar su obra, mediante una oración como la siguiente:
Padre, vengo a ti para pedirte perdón por haberme alejado de tu amor y tus propósitos. Perdona mis ofensas, orgullo y desobediencia. Reconozco que he tratado de vivir a mi manera y esto me ha traído muchas dificultades. He lastimado a otros y me he equivocado. Hoy tomo la decisión de recibirte en mi vida y estar en tus manos. Acepto y recibo a Jesús como mi único y suficiente Salvador personal y reconozco que se entregó por amor a mí en la cruz. Dame una nueva oportunidad de empezar de nuevo. Me arrepiento y ruego que perdones mis pecados y ofensas. Me dispongo a permitir tu guía y obrar tal como Tú lo decidas. Sé que no será fácil, pero Tú estarás conmigo y todo será diferente. En el Nombre de Jesús recibo lo que tienes para mí y te doy gracias. Lo creo, Señor. Amén.
Si has orado con convicción y arrepentimiento, Dios te ha hecho su hijo y te ha dado vida eterna. Permite al Señor intervenir a tu favor, en medio de tus circunstancias cotidianas. Confía en Él. Nunca nadie te amará más. El Padre dio lo que más amaba para salvarte. Recuerda que has decidido ser un hijo de Dios. A partir de ahora, te guiará a una comunión cada vez más profunda. Esta fue la mejor decisión que pudiste haber tomado. Cambiará tu sentido de la vida.
¡ Dios bendiga tu vida y tu hogar!

|