REFLEXIÓN VIERNES 23 DE DICIEMBRE DE 2016
“Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”. Lucas 2:7.
Si le preguntáramos a alguien acerca de su lugar de nacimiento, de seguro nos contestaría que su alumbramiento tuvo lugar en tal ó cual Clínica, en medio de muchas comodidades y bajo la atención de un galeno y varias enfermeras que le prestaron toda la atención requerida.
De igual manera, es seguro que había toda una familia pendiente de su nacimiento, con toda clase de presentes para el bebé que nacería. Hoy es frecuente las invitaciones a los baby shower, para abastecer al recién nacido de cuna, cobijas, pañales, vestidos, cremas, lociones, teteros y todo tipo de cosas que garantizarán su cuidado.
No sucedió así con EL Rey de reyes y Señor de señores. La virgen María no fue asistida por ningún galeno famoso de la época, ni contó con la diversa variedad de recursos con los cuales contamos hoy, para proteger al recién nacido. Dice la escritura: “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”. Lucas 2:7.
Nuestro SEÑOR JESUCRISTO siendo nuestro REY y SALVADOR, no eligió nacer en un palacio con muchas comodidades, sino más bien en el más humilde de los lugares. Desde su nacimiento, hasta su ascensión a los cielos, JESÚS es el perfecto modelo de humildad. Jamás se vanaglorió de ser Dios, sino que mantuvo su humildad y afirma: ”Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera. Mateo 11:29-30.
Que el Dios Altísimo nos bendiga con esa humildad que tuvo Jesús durante su vida aquí en la tierra y nos permita, no solo en esta Navidad, sino en cada instante de nuestra vida, glorificarle y exaltarle y podamos decir como el Salmista:. “Vuelve, alma mía, a tu reposo, porque el SEÑOR te ha colmado de bienes.” Salmo 116:7.
ORACION
“Soberano Dios y Padre Celestial: ”Gracias por recordarme a cada instante tu infinito amor. Gracias porque no solo me provees todo bien material para mi vida, sino que me diste un SALVADOR, tu amado HIJO JESUCRISTO, expresión inmensa de tu amor y modelo perfecto de humildad. Perdóname porque teniendo tantas razones para alabarte, porque siempre me das más de lo que necesito, centro mi atención en lo que quiero tener y que, en ocasiones, no es para mí provecho. Enséñame a ser manso y humilde de corazón y mis labios te alaben cada instante, en el glorioso nombre de nuestro Señor Jesucristo.” Amén y Amén.
-FELIZ NAVIDAD-
ARBEY SERNA ORTIZ