ESCRITOS POR EL ESPÍRITU SANTO
En el Nuevo Testamento, Cristo es el Cordero perfecto de Dios que es ofrecido por los pecados del mundo. Su sangre es derramada en la cruz y constituye una Pascua sobrenatural para cada uno de nosotros. Somos salvos de la muerte y encontramos la protección eterna y la paz en él. Todo aquel que, por fe, se cubre en la sangre de Cristo, escapa de la muerte eterna y encuentra la salvación.
Cincuenta días más tarde, es Pentecostés, el comienzo de la Iglesia, en donde la promesa del gran derramamiento del Espíritu Santo es poderosa y personal. Las leyes, deseos, propósitos, planes y promesas de Dios ya no están escritos en tablas de piedra, pero pueden ser escritos por el Espíritu Santo cada día en las tablas de nuestros corazones. Es una de las manifestaciones más verdaderas y extraordinarias del Espíritu Santo disponibles para los seres humanos.
Ezequiel, el hombre de Dios y escritor bíblico, recibió una imagen profética. Es una promesa para cada creyente que ora "Señor, aumenta nuestra fe". Ezequiel describió profeticamente lo que sucede de forma sobrenatural cuando alguien pide sinceramente a Dios que se le permita recibir su resolución por él y para él.
"Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré el corazón de piedra (impenetrable) y les daré un corazón de carne (sobre el cual Dios puede dejar su huella, una analogía moderna sería como cemento húmedo). Pondré mi Espíritu en ustedes y les haré conocer y obedecer mis ordenanzas. Escribiré mis leyes en sus corazones, y andarán en mis mandamientos" (Ver Ezequiel 36:26-27).
¡Qué seguridad, qué confianza! Dios promete que por su Espíritu, nueva pasión, valores, cambios, convicciones y compromisos son posibles.
Claude Houde