ACÉRCATE A ÉL CON CONFIANZA
Para poder ser guiado por Espíritu y ser sensible a todos sus desvíos, primero debemos tener un corazón abierto, que ora y permanece conectado con Dios. Jesús es nuestro mayor ejemplo en esto.
Ningún aspecto de la vida de Jesús brilla más que su dependencia de la oración y la comunión con su Padre celestial. Es la característica que define su ministerio, la fuerza detrás de todo lo que dijo e hizo. Jesús oraba constantemente, en cada oportunidad. Oraba por los pecadores, por sus discípulos, por sabiduría y dirección, por alimento y agua, oraba por todo; y a menudo se apartaba para estar solo y así poder escuchar la voz del Espíritu sin distracción.
La oración es el portal a través del cual el Espíritu Santo tiene acceso a nuestros corazones y mentes, y cualquier pregunta importante sobre la guía y dirección de Dios debe comenzar con este simple acto de comunicación.
Cuando oramos, debemos ser completamente honestos. Jesús conoce nuestros corazones, motivaciones, pensamientos, pecados y luchas. Comprende plenamente nuestro dolor y nuestra tentación: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”(Hebreos 4:15-16).
Jesús nos entiende mucho mejor de lo que nos entendemos a nosotros mismos. Él nos hizo y vivió entre nosotros. Él sabe lo que estamos pasando y para ser un instrumento efectivo para Cristo es necesario que estemos dispuestos a abrir nuestros corazones y almas a Él, permitiéndole compartir con nosotros en nuestros éxitos y fracasos.
Nicky Cruz