SITUACIONES LÍMITES
Queremos esto, aquello y lo otro y se lo pedimos y reclamamos a Dios una y otra vez. Somos insaciables. Pero no siempre recibimos lo que pedimos. Dios sabe qué cosas son para nuestro bien y cuáles no.
A veces pedimos y no recibimos porque pedimos mal. Dios nos propone tesoros en el cielo. En lugar de grandes tesoros aquí, que se corrompen, nos prepara una casa en los cielos. ¿Existe prosperidad mayor que obtener una casa en los cielos?
Juan 14:2
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.”
Él quiere que allí donde Él está, nosotros también estemos. ¿No es maravilloso? Como hemos compartido en reflexiones anteriores, Dios siempre da más de lo que pedimos. Cuando le pedimos el perdón de nuestros pecados, nos ofreció el pago completo de nuestra deuda eterna al enviar a su Hijo a la cruz del calvario a pagar lo que nosotros no podríamos.
Colosenses 2:13-14
“Y a vosotros, estando muertos en pecados, nos dio vida juntamente con él perdonándonos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz…”
Jesús ocupó nuestro lugar pagando el precio de nuestros pecados, murió y resucitó para darnos la seguridad de que sin importar lo que suceda con nosotros en nuestra vida aquí, nunca nos dejará. Estará con nosotros por siempre. Aun cuando nuestra vida aquí haya pasado, tenemos vida eterna con Él y una morada en los cielos.
Juan 11:25 y 26
“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”
¿Crees esto? Pues si lo crees, comprobarás que Él siempre te da mucho más abundantemente que lo que tú pides. Hagamos una oración, dile que lo crees y recibe el perdón, serás entonces su hijo o hija amados. Si realmente sientes que necesitas esa paz, la tranquilidad de saber qué pasará contigo cuando dejes esta tierra, inclina tu rostro y habla con Dios.
Padre, en este momento, te pido perdón por todas mis faltas, reconozco que necesito ser limpiado, gracias porque me das la posibilidad por medio de Jesús, Señor. Necesito que entres a mi corazón y hagas nuevas todas las cosas, quitando amargura, odios, malos deseos. Quiero recibirte como mi Salvador personal. Te necesito, Señor, necesito tu paz. Jesús, agradezco tu amor tan grande al morir por mí en la cruz. Gracias por hacerme tu hijo amado, gracias por tu inmenso amor, en el nombre de Jesús, amén.
Si hiciste esta oración anterior puedes considerarte hijo de Dios. Eres su hijo amado, puedes recibir amor, su paz, perdón, sanidad para tu alma, vida eterna. Para esto ha muerto y resucitado, para que todos tengamos la oportunidad de ser sus hijos reconciliados con el Padre por medio de Jesucristo.