… no les aprovechó el oír la
palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron (Hebreos 4:2).
En la década de 1960, se popularizó una balada titulada Pedrito
en el desierto, que relata la historia de un sediento vaquero que cruza el
desierto y encuentra una bomba manual de agua. Pedrito había dejado una nota
instando a quien la leyera que no bebiera del jarro, sino que usara el
contenido para alimentar la bomba.
El
vaquero resiste la tentación de beber y usa el agua según las instrucciones.
Como recompensa, recibe abundante agua fría y refrescante. Si no hubiese
actuado con fe, solo habría tenido para beber una jarra de agua tibia que no
habría satisfecho su sed.
Esto
me recuerda el viaje de Israel por el desierto. Cuando la sed del pueblo se
tornó agobiante (Éxodo 17:1-7), Moisés consultó al Señor, y Él le dijo que
golpeara la roca de Horeb con su vara. Moisés creyó y obedeció, y el agua salió
a borbotones de la piedra.
Lamentablemente,
Israel no siguió con constancia el ejemplo de fe de Moisés. Al final, «no les
aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe» (Hebreos 4:2).
A
veces, la vida puede parecer un desierto árido. Pero Dios puede saciar nuestra
sed espiritual en las circunstancias más ilógicas. Cuando creemos en las
promesas de la Palabra de Dios, experimentamos ríos de agua viva para nuestras
necesidades diarias. — Dennis Fisher
Señor, solo tú puedes saciar mi sed interior.
Solo Jesús, el agua viva, puede satisfacer
nuestra sed de Dios.