Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Fraternalmente unidos
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 General 
 Normas de convivencia en el grupo-- 
 Lee la Biblia aquí! 
 Biblia en Power Point 
 Conoce tu Biblia 
 La Biblia en ocho versiones 
 Recursos Teológicos 
 Estudios biblicos 
 Reflexiones- Hernán 
 Selección de pasajes Bíblicos- por Hernán 
 Biografías de hombres de la Reforma protestante- Por Hernán 
 Arqueología Bíblica (por Ethel) 
 Reflexiones 
 Jaime Batista -Reflexiones 
 Tiempo devocional-Hector Spaccarotella 
 Mensajes de ánimo--Por Migdalia 
 Devocionales 
 Escritos de Patry 
 Escritos de Araceli 
 Mujer y familia- 
 Poemas y poesias 
 Música cristiana para disfrutar 
 Creaciones de Sra Sara 
 Fondos Araceli 
 Firmas hechas-Busca la tuya 
 Pide Firmas 
 Regala Gifs 
 Libros cristianos (por Ethel) 
 Panel de PPT 
 Amigos unidos-Macbelu 
 Entregas de Caroly 
 Regala Fondos 
 Texturas p/ Fondos 
 Separadores y barritas 
 Retira tu firma 
 Tutos 
 Tareas HTML 
 COMUNIDADES AMIGAS 
 
 
  Herramientas
 
General: silencio... corazón apercibido
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: hectorspaccarotella  (Mensaje original) Enviado: 28/11/2017 00:31

Al iniciar sus estudios universitarios, la hija de un pastor amigo buscó una compañera con la cual poder orar. La que le respondió con buena disposición era otra alumna de primer año, de fe católica. El primer encuentro de las dos para orar resultó aleccionador para la hija del pastor. Al terminar su oración inicial la compañera mencionó que le pareció extraña.

«¿Por qué?» le cuestionó.
«Pues solo hablas tú. No das tiempo para escuchar a Dios.»

Su observación me ha hecho pensar mucho. ¿Cuántos de nosotros hemos aprendido que el tiempo de silencio, de espera, de prestar atención a la voz de Dios, es tan importante como la expresión de nuestras peticiones y aun de nuestra acción de gracias? Solemos articular nuestra oración... y terminamos diciendo «Amén»... ¡A otra cosa!

Podemos aprender algo sobre esto del profeta Habacuc. Después de expresar a Dios su confusión y su clamor, terminó diciendo:

Me mantendré alerta, me apostaré en los terraplenes; estaré pendiente de lo que me diga, de su respuesta a mi reclamo.
Habacuc 2:1

El Salmo 46 exalta al Señor porque «es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia». Luego, cuando Dios habla en el versículo 10, dice:
Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones!
¡Yo seré exaltado en la tierra!


Para poder aprender, es necesario esperar y escuchar. A veces me he preguntado por qué en mi formación para el ministerio me enseñaron a hablar y predicar, pero poco énfasis se puso en la necesidad de enseñarme a escuchar.

No solo en la oración se nota nuestra falta de espera y nuestra reticencia de guardar silencio. Hablamos mucho porque suponemos que seremos oídos por la abundancia de nuestras palabras. La exhortación de Santiago es bastante severa al respecto:

Si alguien se cree religioso pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada.
Santiago 1:26

Obviamente, no está hablando solo de la oración sino de la tendencia de poner en marcha la lengua antes de pensar bien.

No me limito a pensar en el valor del silencio en relación solo con la oración. Cuánto más pasa el tiempo, me doy cuenta que es más importante escuchar que hablar. No aprendo mucho
cuando hablo, pero puedo aprender bastante cuando escucho. Y he observado que cuando me mantengo en silencio delante de Dios, mi corazón se vuelve más apercibido.

En el propósito de Dios, el silencio es más que la ausencia de palabras. El silencio ocupa un espacio que se dedica para prestar atención, para orientar los pensamientos, para meditar y contemplar y para elaborar un juicio sano. Sirve también para calmar los nervios y aquietar el alma. La agitación y la energía nerviosa poco aportan para adelantar los intereses de Dios.

En el desarrollo de nuestro culto, no todo se logra con la voz nuestra. Necesitamos momentos para pensar, para guardar silencio en la presencia de Dios, para evaluar lo que él está diciendo a nuestro corazón.

Apocalipsis, el último libro de la Biblia, revela muchas escenas celestiales... más que cualquier otro libro de la Biblia. Nuestro conocimiento de la actividad que distingue a los seres que viven en la presencia de Dios se desvela en este libro maravilloso. Se refiere especialmente al tiempo del futuro, a los juicios divinos, a los ángeles y al Cordero sacrificado que está sentado en el trono del universo. Nos enseña sobre la adoración verdadera y sobre el gobierno de Dios.

Varios capítulos en medio del libro cuentan de los ángeles que tocan trompetas que anuncian el inicio de los distintos procesos del juicio de Dios. Pero curiosamente, antes de que esos ángeles toquen sus trompetas, el escritor observa en Apocalipsis 8:1:

Cuando el Cordero rompió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo como por media hora. Me llama mucho la atención esa afirmación: «Hubo silencio en el cielo como por media hora». 

Evidentemente, ¡el cielo es muy sonoro! Las escenas previas que describe el apóstol Juan nos cuentan de «millares de millares y millones de millones» de ángeles alrededor del trono que... cantaban con todas sus fuerzas:

¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!
Apocalipsis 5:12

De modo que cuando declara en el capítulo 8 que «hubo silencio... por media hora», ¡es todo un acontecimiento! Y ese silencio de ninguna manera es un vacío, una ausencia de actividad. Representa asombro, reverencia, atención, espera. Da tiempo para preparar el corazón para lo que viene. Requiere que se contemple lo que acaba de ocurrir al abrir los sellos del juicio de Dios y que se disponga para el desarrollo completo del propósito divino.

Creo que es tiempo de evaluar la importancia del silencio. Mi vida se ha caracterizado por la actividad, la predicación, el movimiento, el ejercicio de mis fuerzas. Pero quiero aprender más sobre el valor de la contemplación, la sabiduría, las palabras de Dios y su gran propósito en la tierra. Creo que para ser fructíferos en el sentido espiritual, mucho depende de que aprendamos a escuchar la voz de Dios y valorar sus palabras, su orientación en nuestra vida.

Aprendamos en nuestros tiempos de oración, devoción y culto que el silencio tiene gran valor; la contemplación del Señor requiere la dedicación de nuestro corazón y voluntad. Pensemos bien antes de hablar y antes de actuar. Estemos seguros de los pasos que él quiere que demos. Prestemos atención a la voz de Dios. Luego, marchemos adelante con confianza y fe.

 

PARA PENSAR Y CONVERSAR
Orville Swindoll email: 
swindoll@att.net 
www.orvilleswindoll.com


¿Qué significado tiene el silencio para ti?
¿Por qué solemos temer o rechazar el silencio?
¿Qué podemos aprender en el silencio?




Primer  Anterior  2 a 4 de 4  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Néstor Barbarito Enviado: 28/11/2017 15:25

Este mensaje me parece de una importancia extrema. Me afirma en mis convicciones acerca de la oración. Me hace saber que la experiencia que nos contaron tantos místicos contemplativos no estaba equivocada.

Semanas atrás un joven comerciante vecino, evangélico, nos ofreció venir a orar con nosotros en casa. Por supuesto que aceptamos complacidos y agradecidos. Vinieron tres hermanos de la misma comunidad -creo que pentecostal-. Uno de ellos oró en voz alta, mientras los otros cada tanto se unían con un "Amén". Con mi esposa quedamos asombrados por la seguidilla de alabanzas y peticiones sin espacios intermedios durante lo que creo que habrá sido una media hora. Nosotros asentíamos en nuestros corazones. 

Claro que quedamos agradecidos y gozosos del encuentro en la fe, pero nos preguntábamos si toda esa “palabrería arrojada" hacia el cielo les habría permitido a ellos atesorar alguna respuesta de Dios en sus corazones, o sólo habrían saciado su necesidad de expresarse ante Él.

A mi entender, la actividad fundamental de la oración es la escucha, y para eso el silencio es la materia prima fundamental. Es difícil escuchar en medio del alboroto o mientras hablamos. Con mucha frecuencia cuesta hallar en la mente espacio para el silencio, en un mundo convulso y enloquecido como el que vivimos, pero creo que es la gran meta a la que hay que tender y para la que es preciso trabajar. Por supuesto que la oración comunitaria es valiosísima, pero no debe ser la única, y siempre dejar espacio al silencio para oír la "respuesta".

Como bien lo dice el autor, el objetivo es adorar y aprender. Y el gran Maestro de nuestros corazones es  el Espíritu Santo de Dios. Hay que tratar de escucharlo, porque "Él nos guiará a toda la verdad” (Jn 16,13)

Dios nos acompañe en esta empresa.


Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 03/12/2017 23:21

Que buen mensaje, ciertamente para poder escuchar es necesario estar quietos. Dejarnos estar en la quietud de su presencia y adorarle, El nos guiara, Gracias!

Resultado de imagen para Habacuc 2:1

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: hectorspaccarotella Enviado: 04/12/2017 20:16
Uno de mis pasajes favoritos en la Biblia está en el libro de Oseas, 14:5. El texto, en la versión de Dios Habla Hoy, dice:

"Voy a ser para Israel como el rocío, y él dará flores, como los lirios. Sus raíces serán tan firmes como el monte Líbano"

Cuando lo leí por primera vez me impactó. Enla patagonia sabemos que el rocío no se deposita sobre plantas y flores cuando hay viento. Necesita un amanecer calmo, un sol que ilumina el comenzar del día. 
Creo que Dios (refiriéndose a Israel, que espiritualmente es la Iglesia de Cristo de hoy) dice que se depositará sobre las almas que estén en paz, en reposo, calmadas, como las flores en un amanecer fresco y soleado. 
Dice además Oseas que ese rocío permitirá que nos afirmemos con raíces profundas que nos darán confort, estabilidad y buen alimento. 
Creo que no hay momento del día como el amanecer, cuando el sol sale sobre el horizonte y el rocío se deposita, manso, sobre el jardín... del alma.

HÉCTOR 


Primer  Anterior  2 a 4 de 4  Siguiente   Último  
Tema anterior  Tema siguiente
 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados