Compartido por Néstor Barbarito
EL PASO
Qué soledad de ti si estás dormido.
Qué silencio en la noche pavoroso.
Yo me asomo al abismo misterioso
donde no hay luz, ni nombre, ni sonido.
Y no te encuentro, Dios. Pero en mi oído
me nombras y me llamas, silencioso,
y en todas tus criaturas, melodioso,
oigo tu canto del amor nacido.
Levántame del fondo del fracaso.
Anda conmigo en medio de la gente
hasta la triste hora del ocaso.
Llévame, río, de tu oscura fuente
a descansar contigo, paso a paso,
dulce, profunda, apasionadamente.
Espérame a la orilla de la tarde,
divino Amor, en esta cita ciega.
La lluvia envuelta en niebla fina llega
y se oculta en la ausencia el sol cobarde.
No me pidas, Amigo, que te aguarde
bajo este cielo que mi cuerpo anega.
¿Diluye acaso el fuego de la entrega
aquel que al centro del incendio arde?
Te espero aquí, Señor, siempre te espero.
Mas cuanto tardas. La emoción cautiva
mi pobre corazón de amor herido.
Carmen Gonzalez Huguet
|