El mundo de hoy ya no acepta un sistema de creencias arraigado en la tradición y la complacencia, es decir, “hacer iglesia” de la manera en que siempre lo hemos hecho. La siguiente generación, o verá el poder de Dios obrando en sus vidas de maneras reales y tangibles, o no tendrá ningún uso para nuestro mensaje ni interés alguno en seguir a nuestro Salvador.
Los días de las denominaciones obsoletas llenas de creyentes tibios han terminado. Aquéllas que no están aún muertas y sepultadas, pronto lo estarán. Lamento que ellas nunca llegarán a experimentar el gozo de alcanzar el mundo para Jesús y de ver lo que él podría hacer en ellos y a través de ellos como un cuerpo de iglesia si tan sólo estuvieran abiertos y se lo permitieran.
Pero no estoy desanimado, porque he visto el futuro del cuerpo de Cristo, y es un futuro emocionante. Dios está haciendo un trabajo hoy en los corazones de los jóvenes que es tan real y dinámico como cualquier otro avivamiento registrado en la historia. Todos los días, mi ministerio me lleva a las vidas de muchachos del centro de la ciudad, las almas más inalcanzables de nuestra sociedad. Estos niños están tan duros, enojados y perdidos como cualquier grupo en la tierra. Sin embargo, nuestro mensaje los está alcanzando. Los muros están cayendo. Ellos están viniendo a Cristo en grandes cantidades; y cuando lo hacen, su nueva fe es genuina y transformadora.
Muchos de estos chicos se convierten en nuestros evangelizadores más poderosos y efectivos. El Espíritu Santo arde dentro de ellos como un horno, un feroz fuego sagrado en sus almas, sólo a la espera de explosionar sobre el mundo. Dios está liberando su Espíritu en estos chicos de maneras magníficas y ellos están volcando sus mundos al revés.
¿Qué pasaría si cada creyente en este país captara ese tipo de pasión y visión? ¿Qué pasaría si permitiéramos que el Espíritu de Dios libere su poder en nuestras vidas como lo ha hecho en las vidas de estos muchachos? Si lo hiciéramos así, ¡el mundo nunca sería el mismo!
Nicky Cruz