¿Con qué se atavían los sueños?
¿Con qué ropas se visten las promesas?
¿Cómo son las telas que cubren el infinito universo de los sentimientos?
Las cosas que realmente importan en esta vida siempre aparecen acicaladas con sencillez.
Envoltorios: Cintas, lazos, papeles multicolores, cajas forradas de seda…
Una gama de accesorios con el que engalanar obsequios, haciendo que éstos se muestren deliciosos a la vista. Regalos que se nos otorgan recubiertos por un arco iris de papel que a modo de camuflaje aporta un halo de misterio a su vedado contenido.
Cada vida es un regalo, y como tal, aparece envuelto en un singular y exclusivo envoltorio.
Somos únicos. Cada individuo posee su propio embalaje, una apariencia que ciñe y circunda aquello que no se ve haciéndolo exclusivo.
El aspecto exterior cumple una función precisa, la de presentar un contenido que antes de ser desvelado ya promete ser hermoso, interesante, imperfecto o vulgar.
Pero no siempre el regalo equivale en calidad a la del envoltorio, pues a veces, es mucho más agradable el formato exterior que el obsequio en sí o todo lo contrario, una apariencia poco apetecible que contiene un regalo de incalculable belleza.
En una cultura como la nuestra tan ejercitada en el arte de sorprender y seducir, la preocupación mayor del ser humano es la de atraer con lo exterior, que es lo que a priori tiene importancia, dejando a un lado ese interior oculto que pocos se toman la molestia de escrutar.
Recordemos a nuestro buen Señor, con su sencillo envoltorio que dejaba entrever las formas más puras del hijo de Dios. La salvación venía ataviada con un exterior humilde, llano, sin aparente hermosura.
Busquemos más lo profundo, lo importante, dejando lo superfluo a un lado. Y aunque, es importante mostrarse agradable ante los ojos de los demás, que nuestro interior sea aún más bello que lo externo, dando muestras de un candor atesorado y oculto, una belleza entrañable que ha de brotar a través de nuestros ojos, manos, labios, derramando gotas frescas y perfumadas de la esencia del amor de Dios.
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