El que camina en integridad anda confiado,pero el que pervierte sus caminos sufrirá quebranto. Proverbios 10.9
La integridad es una de las posesiones más preciadas que puede tener un líder. Probablemente sea el factor que más dramáticamente afecta la confianza que los seguidores tienen en el ministerio del líder. Cuando se pierde la integridad, es muy difícil volver a construirla, porque el daño que le hace a la credibilidad del ministro es profundo. En algunas ocasiones, irreparable.
El diccionario define la integridad de la siguiente manera: «Un fuerte compromiso con principios morales; la condición de estar sin corrupción ni mancha; honestidad, entereza, sinceridad».
Cuando el diccionario se refiere al estado de corrupción, no se está refiriendo tanto a pecados puntuales, sino más bien a una falta de consistencia entre los principios y el comportamiento del líder. Esto se manifiesta con mayor frecuencia en una contradicción entre lo que predica o enseña y lo que practica y vive a diario.
Proclama el amor, pero es duro e insensible con su familia. Exhorta a la obediencia, pero vive en desobediencia a las leyes de su país. Pregona la honestidad, pero es poco transparente en el manejo de las finanzas. Este doble mensaje daña la autoridad del líder. Un autor que escribe sobre el tema no duda en afirmar: «la prueba final sobre la cual descansa la credibilidad de cualquier líder es si hace lo que dice».
La integridad es difícil de encontrar en cualquier esfera de la vida, pero es particularmente escasa entre los que vivimos y ministramos en Latinoamérica. De alguna manera la iglesia ha divorciado su doctrina de la realidad que se vive a diario en la vida espiritual. Encontramos que los miembros de nuestra congregación son de una manera en las reuniones y de otra completamente diferente durante la semana. Su testimonio en el trabajo y con sus vecinos no solamente es pobre, sino que en muchos casos constituye una verdadera piedra de tropiezo para que otros lleguen al conocimiento de la verdad.
No podemos, como líderes, desentendernos de esta triste realidad. En más de una situación, nuestra gente no ha hecho más que imitar lo que ven en nosotros, porque nuestro ejemplo habla más fuerte que nuestras palabras.
El pasaje de hoy describe la confianza que se tiene el hombre íntegro. Se topará con problemas, dificultades y contratiempos. No obstante, su compromiso de vivir una vida sin dobles mensajes le proveerá de una convicción y una seguridad que será de gran inspiración a los que están a su alrededor. Sabe que las verdaderas batallas en la vida no son las que nos presentan las circunstancias, sino aquellas que libramos día a día con las perversidades de nuestro propio corazón. Confiado en que cultiva a diario este aspecto de su vida, no le teme a las complicaciones que le puede presentar la vida. Hay una rigidez moral en su espíritu que le permite caminar con la frente erguida en cualquier situación.
Para pensar:
El gran comentarista Matthew Henry observó: «Los buenos principios fijados en la cabeza producirán buenas decisiones en el corazón y buenos comportamientos en la vida».
Shaw, C. (2005). Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.