“No es bueno comer mucha miel, Ni el buscar la propia gloria es gloria”, Proverbios 25:27.
Muchos de mis problemas vienen de mí mismo. Surgen de estar pensando continuamente en mis necesidades, mis metas, mis fracasos, mis éxitos, mis dificultades, mis retos, y aún mi ministerio. En otras palabras, vienen de estar pensando demasiado en mí.
Así es la realidad de todos nosotros. Solemos estar muy centrados en nosotros mismos. La opinión que poseemos de nosotros se vuelve suprema en nuestras vidas. Llega a definirnos, llegando a ser más importante que lo que Dios ha dicho de nosotros.
Esta preocupación revela un deseo de buscar nuestra propia gloria, usurpando el trono de Dios. Por eso, aunque parezca bueno examinar demasiado nuestras vidas, comportamientos, y pensamientos, nuestro mayor obstáculo en la santificación es la obsesión que tenemos con nosotros mismos.
Las buenas noticias para ti y para mí son que, cuando meditamos en la obra de Jesús en la cruz, y la encontramos cada vez más preciosa, podemos dejar de enfocarnos en nosotros. Podemos buscar su gloria, y descansar en su soberanía, cuidado, gracia, y amor.
“Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a esta conclusión: que Uno murió por todos, y por consiguiente, todos murieron. Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquél que murió y resucitó por ellos”, 2 Corintios 5:14-15.
Piensa en esto hasta que tu corazón responda gozosamente en adoración.
JUAN GOMEZ