“El que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir”.
Juan 11.44
Lázaro había sido resucitado por Jesús, pero seguía atado. Esta es la situación de gran parte del Pueblo de Dios. A pesar de ser salvos, siguen estando atados.
Hay cristianos que después de recibir a Cristo siguen viviendo igual que cuando eran incrédulos, es decir, atados a cosas y a comportamientos del pasado.
Su carácter no fue cambiado, su economía sigue endeudada, su matrimonio sigue en crisis, es decir, no fueron desatados, no fueron ministrados.
Así como Lázaro, muchos creyentes siguen llevando el sudario en el rostro, y esto les impide ver las oportunidades que se les presentan y las cosas grandes que Dios tiene para ellos.
Jesús dice: “desatadle y dejadle ir”, esta es la función de la Iglesia, porque Cristo es el que salva pero la Iglesia es la que debe desatar.
Para ser desatados se necesita:
- Reconocer que tenemos una atadura en un área de la vida.
- Buscar ayuda, ya que no podemos desatarnos solos.
- Dejarnos desatar, ya que algunos llevan vendas como si fueran trofeos.
Que en este tiempo el Pueblo de Dios reciba la bendición completa, siendo primeramente salvo, pero también liberado de toda atadura.
Yo bendigo tu vida para que puedas ser desatado y esto te permita desatar todo tu potencial y vivir plenamente como Dios quiere que vivas.
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