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Cuando uno intenta comprender “Quién es Dios” no puede desligarse demasiado de “Quién es Dios para mí”. En variadas oportunidades, he conversado con personas que estaban rearmando su concepto de Dios a partir de sus últimas experiencias. ¿Esto quiere decir entonces que nuestras vivencias determinan quién es Dios? Ciertos ejemplos quizá nos sirvan para avanzar en el planteo:
- Algunas personas, ante la enfermedad de un familiar o un ser querido, piden a Dios con fe. Supongamos que no se produjo la sanidad. Si se les había enseñado que Dios siempre respondería positivamente, se genera un conflicto. “Si Dios no es quien contesta cada una de mis oraciones, pues entonces ¿quién es?”. Desarmar esa construcción genera un gran vacío.
- Para otros, un milagro personal recibido le lleva a ampliar su visión de Dios: “Ah, Dios tiene el inmenso poder para abrir una puerta trabada o para burlarse de los límites que tiene la ciencia”. Cuando se vive esa experiencia, no sólo se lo percibe como Todopoderoso, sino también como un Dios Bueno y Misericordioso.
- Quien puede perdonar lo imperdonable, vivencia al Dios que hizo un milagro en su corazón. Ahora conoce sobre una paz que sobrepasa todo entendimiento humano.
Viendo éstos y tantos otros ejemplos, parece que se trata de integrar conceptos sobre Dios en lugar de una buscar una fórmula simplista que lo defina. Evidentemente, nuestras experiencias no pueden abarcar todo lo que Él es, pero nos permiten avanzar en conocer algunas de sus facetas o expresiones. Las experiencias y los caminos son infinitos. Su Consuelo, Poder, Misericordia, Fortaleza, Bondad, Soberanía, Gracia… (la lista no tiene fin), estarán allí a nuestra disposición. Ninguna experiencia personal o enseñanza nos pueden dar una información completa sobre Él.
Si nos sentimos defraudados por Dios en alguna ocasión, no se trata de cuánto le falta a Él; se trata de cuánto nos falta todavía conocerLe. No intentemos reducir a Dios mediante fórmulas baratas; estemos dispuestos a conocerlo más profundamente. Bienvenidas sean nuestras experiencias pasadas, pero tenemos por delante nuevas vivencias que nos llevarán a profundas y complejas revisiones. Un Dios tan rico todavía tiene mucho para sorprendernos, si nos disponemos a que esto suceda.
GUSTAVO BEDROSSIAN
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Querido hermano: desdichado el que cree que no
tiene nada que cambiar de sus conceptos sobre Dios. Él es ¡TAAAAN! grande, que
cada día de nuestra vida vamos descubriendo a un Dios "nuevo".
En ocasiones hasta sin buscarlo, porque el Espíritu, como el viento, “sopla
dónde y cuándo quiere”.
Ya en la octava
década de mi vida, me parece que apenas comienzo a conocerlo, y hay tantas
cosas de Él que ignoro y quiero saber, que a veces me asalta la ansiedad y
recuerdo aquellas coplas de San Juan de la Cruz, una de las cuales termina
diciendo: «y de tal manera espero que muero porque no muero».
Un abrazo.
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Justamente eso son las religiones, intentos humanos por entender, definir y limitar a Dios de acuerdo a la capacidad del hombre.
Como vos decís, Nestor, "una tarea imposible".
Abrazo, gracias.
HÉCTOR |
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