Incluso en la iglesia nos bombardean con expectativas de tener matrimonios sólidos, niños obedientes, presupuestos equilibrados, negocios éticos, vidas de oración eficaces y relaciones significativas. Pero mientras el «debería» viene fuerte y claro, el «cómo hacerlo» con frecuencia permanece distante y silenciado, si es que se le oye del todo.
Un lugar donde se aplica esto especialmente es en el reto de tener un impacto evangelizador sobre su mundo. «La gente está perdida», exclama el predicador. «Se dirigen al infierno. Dios quiere alcanzarlos, y usted es su embajador elegido, ¡así que mejor salga a la calle y tráigalos a Cristo!».
¿Cómo se puede discutir eso? Es bíblico, suena a verdad y tiene sentido. Así que ahí voy yo a tomar alguna acción al respecto, pero ¿dónde? ¿Podría alguien decirme cuál es el término técnico para «salga a la calle»? ¿Cómo empiezo? ¿Cómo es el proceso? ¿Quién me ayudará a dar el primer paso?
UN PLAN DIVINO
Gracias a Dios que él no nos dejó en tal estado de confusión. Hay un viejo dicho: «Lo que Dios espera, lo hace posible». No solo él nos dice que este mundo de personas descarriadas le importa, sino que también se ocupa de que tengamos la información que necesitamos para emprender el sendero y llegar a ellos eficazmente.
Jesús habló acerca de su plan para hacer esto hace mucho tiempo cuando se sentó con sus seguidores en una colina cerca de Capernaúm. Utilizó términos cotidianos y explicó algunos principios que pueden terminar en este plan preciso para influir nuestro mundo:
AP + EC + CC = MI
¿Qué significa esta ecuación críptica? Si bien puede parecer algo salido de un libro de química, en realidad es una fórmula que contiene la estrategia de Dios para llegar a las personas espiritualmente perdidas.
Dejaremos de lado el álgebra y comenzaremos con el último elemento: MI. Esto significa Máximo Impacto, es decir, tener la mayor influencia espiritual posible sobre los que nos rodean. Ese es el propósito de Dios, expresado a lo largo de la Biblia.
Como hemos visto, Hechos 1:8 nos dice que debemos ser sus testigos, facultados por su Espíritu para llegar a la gente cercana y lejana. En 2 Corintios 5:19 se plantea que cuando fuimos reconciliados con Dios a través de Cristo, nos fue dado el ministerio de ayudar a mujeres y pecadores a que alcancen la paz con Dios. En Mateo 28:19-20, comúnmente llamado la Gran Comisión, se nos dice que vayamos a todo el mundo, que difundamos el evangelio, que conduzcamos a la gente a Cristo y luego los bauticemos y los edifiquemos en la fe. En otra parte Jesús dice que debemos ser pescadores de hombres.
Como ve, las Escrituras están llenas de desafíos para cada uno de nosotros de modo que dispongamos nuestra vida para que tengamos la mayor influencia espiritual posible en aquellos que nos rodean. Es responsabilidad nuestra poner esos retos en acción; es su responsabilidad producir resultados atrayendo gente a él.
Antes de analizar el resto de las partes que componen nuestra fórmula, debemos examinar su fuente. Fluye de dos elementos que Jesús usó como ejemplos: la sal y la luz.
Fue en medio del sermón más grande de la historia, el Sermón de la Montaña, donde Jesús dijo estas famosas palabras: «Ustedes son la sal de la tierra
Ustedes son la luz del mundo». Él quería que todos sus seguidores se vieran a sí mismos como sal y luz en cuanto a cómo vivían sus vidas en el mundo.
UNA NUEVA VISIÓN DE LA SAL
Observemos el primer elemento. ¿Por qué Jesús utilizaría una metáfora como la sal? ¿Qué hace la sal? En estos días, nos pone nerviosos porque puede conducir a tener alta presión sanguínea. Así que nos sentimos culpables cada vez que buscamos el salero. Pero miremos más allá del tiempo y pensemos en los usos principales de la sal a lo largo de la historia.
Lo primero que viene a la mente es que la sal nos hace sentir sed. Por eso es que en los bares sirven bocados y maníes salados gratuitamente, para que la gente beba más. ¡O así me han dicho!
La sal hace también algo más: le da¨más sabor a las cosas. ¿Quién querría¨comer maíz sin sal? Cuando comemos¨algo que sabe un poco insípido buscamos como un acto reflejo la sal para mejorar el sabor.
Y la sal preserva. No la usamos mucho ya para ese propósito, pero antes de los días del refrigerador, la sal se usaba mucho para evitar que la comida se descompusiera. Ciertas carnes podían ser preservadas por prolongados períodos si estaban cuidadosamente empacadas en sal.
Así que la sal estimula la sed, agrega algo al sabor de las cosas y previene la descomposición. Lo que nos conduce a la gran pregunta: ¿Cuáles de estas cosas tenía en mente Jesús cuando miró a sus seguidores y dijo: «Ustedes son la sal de la tierra»?
La respuesta corta es: ¡No sabemos! ¿Qué tal nuestra sinceridad? Si lee a los eruditos en esta cuestión, usando el lenguaje del juego de póquer, ellos sostienen las tres cartas y dicen: «Elija una carta, cualquiera. O las tres, si quiere».
Podría ser que Jesús quisiera que la sal simbolizara la idea de crear sed. Cuando los cristianos están sintonizados con el Espíritu Santo, cuando viven en su mundo con un sentido de propósito, y con paz y gozo, esto con frecuencia crea una sed espiritual en la gente que los rodea.
En Willow Creek con frecuencia oímos testimonios acerca de esto. La gente dice cosas como: «Estaba en el trabajo y advertí que alguien en mi sección vivía de manera un poco diferente, hablaba algo distinto y valoraba las cosas de otra manera. Esto capturó mi atención y sentí una creciente sed espiritual dentro de mí que nunca antes había experimentado».
Cuando los cristianos viven su fe con autenticidad y valor le colocan algo de sabor a una taza de sopa a veces insípida. Toman a la gente desprevenida y la hacen sobresaltarse. Despiertan a la gente con sus desafíos y puntos de vista aparentemente radicales. Y hacen que algunas ideas den vueltas aquí y allá. En breve, colocan sabor a la vida de los que los rodean.
Lo que es más, cuando los creyentes están viviendo una vida que honra a Cristo previenen la descomposición moral en la sociedad. Espero que eso es lo que esté pasando con el dilema del aborto, con los temas del medio ambiente, con el racismo y con la ruptura de la familia. Cuando los cristianos honran a Dios, él los utiliza para detener la ola de maldad que está amenazando con barrer la tierra.
Así que elija una carta, cualquiera. Alguna o las tres podrían ser exactamente lo que Jesús tenía en mente cuando usó la palabra sal. Pero haciendo una mayor reflexión usted podría descubrir razones adicionales por las que Jesús eligió la metáfora de la sal, motivos que pueden ser ignorados fácilmente.
Primero, para que la sal tenga el mayor impacto posible debe ser lo suficientemente potente como para causar un efecto. Y segundo, para que un impacto tenga lugar, la sal tiene que acercarse a lo que se supone que debe afectar. Así que Jesús pudo haber elegido la metáfora de la sal porque esta requiere tanto de proximidad como de potencia para hacer lo suyo.
Tomado del libro Conviértase en un cristiano contagioso, © 2003 por Bill Hybels
(ISBN: 978-0-8297-3857-5). Usado con permiso de Editorial Vida.