Desde la caída del hombre, la base de la salvación siempre ha sido a través de la muerte de Cristo. Ninguno, ni antes de la cruz, o desde la cruz, pudo haberse salvado sin ese evento central de la historia del mundo. La muerte de Cristo pagó la pena por los pecados pasados de los santos de Antiguo Testamento y los futuros pecados de los santos del Nuevo Testamento.
El requerimiento para la salvación ha sido siempre la fe. El objeto de esa fe salvadora siempre ha sido Dios. El salmista escribió, “Bienaventurados todos los que en Él confían” (Salmo 2:12). Génesis 15:6 nos dice que Abraham creyó a Dios y eso fue suficiente para que Dios se lo contara por justicia (ver también Romanos 4:3-8). El sistema de sacrificios del Antiguo Testamento no quitaba el pecado, como claramente lo enseña Hebreos 9:1-10:4. Lo que sí hacía, era apuntar hacia el día en que el Hijo de Dios derramaría Su sangre por el pecado de la raza humana.
Lo que ha cambiado a través de los tiempos, es el contenido de la fe en el creyente. Los requerimientos de Dios en cuanto a lo que debemos creer, se basa en la cantidad de revelación que Él ha dado a la raza humana a partir de entonces. A esto se le llama revelación progresiva. Adán creyó en la promesa que Dios le dio en Génesis 3:15 de que la Simiente de la mujer conquistaría a Satanás. Adán lo creyó, y lo demostró por el nombre que le dio a Eva (v.20) y el Señor indicó Su inmediata aceptación al cubrirlos con pieles de animal (v.21). Hasta ese punto, fue todo lo que Adán supo, pero él lo creyó.
Abraham le creyó a Dios, de acuerdo a las promesas y nuevas revelaciones que Dios le dio en Génesis 12 y 15. Antes de Moisés, no existía ninguna Escritura, pero la raza humana era responsable por lo que Dios ya le había revelado. A través del Antiguo Testamento, los creyentes tenían la salvación porque ellos creyeron que Dios algún día se encargaría del problema de su pecado. Hoy, nosotros miramos para atrás creyendo que Él ya se encargó de nuestros pecados en el Calvario (Juan 3:16; Hebreos 9:28).
¿Qué hay de los creyentes en los días de Cristo, anteriores a la cruz y resurrección? ¿Qué creían ellos? ¿Entendían ellos la obra completa de Cristo muriendo en la cruz por sus pecados? Ya avanzado Su ministerio, “... comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.” (Mateo 16:21) ¿Cuál fue la reacción de sus discípulos a esta declaración? “Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.” (16:22)
Pedro y los demás discípulos no conocían la verdad completa, aún así ellos fueron salvados porque creyeron que Dios se encargaría del problema de su pecado. Ellos no sabían exactamente cómo Él llevaría a cabo esto; no sabían más de lo que Adán, Abraham, Moisés o David conocían, pero ellos creyeron a Dios. Hoy, tenemos más revelación de lo que tuvo toda la gente que vivió antes de la resurrección de Cristo. Conocemos toda la obra completa. “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo...” (Hebreos 1:1-2) Nuestra salvación aún se basa en la muerte de Cristo, nuestra fe es aún el requerimiento para la salvación, y el objeto de nuestra fe sigue siendo Dios. Hoy, para nosotros el contenido de nuestra fe es que Cristo murió por nuestros pecados, que Él fue sepultado, y que Él resucitó al tercer día (1 Corintios 15:3-4).
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