Las veo, piadosas, con sus blancos tules
ocultando las cabezas que miran el piso.
Veo sus ojos que buscan más allá de las nubes.
Veo sus labios que imploran, que gimen, que gritan.
Te buscan, encienden velas, levantan los brazos,
buscan a otros hombres a ver si tienen mapas
que conozcan secretos caminos por ellas ignorados.
Su alma toda se pone de rodillas.
Los veo con sus amplios sombreros
su ropa gris, su barba hirsuta y sus ropas negras
golpeando contra el muro las frentes calvas.
Una y otra vez el cuerpo se mece insistiendo
Una y otra vez la piedra milenaria se empecina
(parece no escuchar, decidió seguir callada)
Los veo subir a lo alto de los cerros,
viajar miles de kilómetros en tierras no exploradas.
Descubrieron que están vacíos, grises, viejos.
han pasado los años y son inmensamente pobres
aunque haya riquezas en sus cuentas bancarias.
Sus cuerpos ayunan, se privan, se entregan,
le gritan al viento para saber si Estás en la montaña
y descienden a la profunda oscuridad de los valles
para tratar de oír tu voz en el silencio.
(Algunos dicen que en las sombras de la selva
otros que en la soledad árida del desierto
)
Conozco la historia de un joven piadoso
de estos que hoy mencionan mis palabras.
Él parecía tenerlo todo
pero nada traía felicidad a su alma.
había construido un templo vacío y estaba quebrado
porque no encontró allí a Quien buscaba.
Él te preguntó por el Reino donde el tiempo no existía,
ni la enfermedad, la miseria, la vejez o la muerte
Por ese mundo felíz que a las gentes predicabas.
¿Dónde está? ¿Cómo puedo hallarlo, Maestro?
La historia cuenta que lo amaste con la Mirada
"Tienes que dejarlo todo, vaciarte para ser lleno
morir a aquello que hoy aprecias y animarte
a besar la muerte para nacer de nuevo.
Aquí estoy, mírame a los ojos
y no tengas miedo, porque te he redimido;
estás aquí hoy buscando mi abrazo
porque te he llamado por tu nombre.
Ya no tienes que seguir buscando en templos vacíos
te prometo estar siempre a tu lado,
Soy tuyo eternamente, te amo y tú eres Mío".
HECTOR SPACCAROTELLA