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General: ANDAR TRAS DE TUS HUELLAS
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Néstor Barbarito  (Mensaje original) Enviado: 06/10/2018 12:17
                                                                    Una carta a mi Amigo

Quiero compartirte esta “carta” que escribí en mi diario una mañana de oración. No es precisamente una ilusión,                sino la expresión de un deseo ferviente de mi corazón enamorado.
La carta decía así:   
                         
 Querido Amigo: saber de tus andanzas por aquellas tierras consagradas por el paso de tus pies doloridos y,                    seguramente, a menudo ensangrentados por las duras caminatas; aquellas andanzas que me refieren tus otros                  amigos -los de entonces; los de siempre- me llena el corazón de sueños. ¡Me hubiera gustado tanto andar tras de              tus huellas por aquellos caminos polvorientos!… Oír tu voz en los fogones del fin de las jornadas, contándonos anécdotas de tu niñez y adolescencia; tus recuerdos de Familia, los ejemplos que recibiste… Y también comentar y explicarnos las enseñanzas que impartías, con frecuencia en parábolas y ejemplos que sólo podían comprenderse con el corazón abierto y entregado, porque para los que no lo vivieran así estaba escrito: «Se cegaron sus ojos y se endureció su corazón1».

Cuánto hubiera deseado participar de esas largas tenidas en casa de Lázaro, Marta y María, donde tu alma                      se abriría como un jazmín en primavera, inundando de perfume nuestras vidas; donde tu palabra enamorada                      nos contaría los portentos de amor que encierra el corazón del Padre. Ser testigo de tu completa y verdadera                      humanidad cuando lloraste por tu amigo. Y de tu inmenso poder sobre la muerte cuando lo devolvías a la vida.

¡Y aquella noche en casa de Saqueo! Cuando el sacramento de tu mirada le alcanzaba el perdón por sus                            embrollos y lo volvía a la senda… Ser testigo de su gratitud y su arrepentimiento.

¡Qué no hubiera dado por presenciar aquella escena en la que anunciabas la Buena Noticia, y de pronto viste                      abrirse una hueco en el techo, y bajar entre varios amigos a un paralítico en su camilla! Ser testigo de tu                              asombro ante tamaña osadía y fe de aquellos hombres pobres y sencillos. Y de tu poder desplegado sin vacilar,                  perdonando primero sus pecados –que es lo que más te aflige de tus hermanos, los hombres, porque los lleva                    lejos de Dios- y luego cerrando la boca de tus enemigos; los enemigos de La Verdad, devolviéndole la salud                        del cuerpo, para mostrarles a ellos (y a nosotros), que el Padre te dio «todo poder en el cielo y en la tierra»2.                      También el de perdonar los pecados, restaurando la salud del alma.       

Me hubiera gustado estar en el templo, viendo desde atrás de una columna cuando escribías en la tierra,                            y los hombres “observantes de la Ley” comenzaban a recular para ponerse a salvo de tu mirada. ¡De tus ojos!                    ¡Con lo mucho que querría yo poder verlos y reflejarme en ellos, aunque sea un solo instante!... Y luego cuando                  perdonabas a la adúltera sus felonías, me hubiera gustado ver sus lágrimas de dolor y felicidad, y presentir su                    arrepentimiento. Verte de rodillas, lavando los pies de tus amigos, cuando ya “había llegado la hora de  tu                            supremo ejemplo y sacrificio.

¡Qué no daría yo por haber saboreado el pan partido por tus manos, y bebido el vino de tu misma copa,                              tibia aún por el calor de tus labios!

Pero creo que, sobre todo, hubiera querido guardar en mis oídos y en mi corazón el timbre de tu voz, que                            se hacía duro a veces para reprochar a tus paisanos su cerrazón, o para echar del templo a los mercaderes y                      cambistas, y hasta a Pedro, que en mi nombre –en nuestro nombre- pretendía tergiversar tu destino animándote                a ser, aquí en la tierra, un salvador triunfante y glorioso. Esa voz, que otras veces se dulcificaría hasta el infinito                  para hablarnos de las misericordias que cobija el corazón del Padre, y son compartidas por el tuyo, que tiene                      con Él una absoluta unidad de intenciones, de amor y de esencia.

Y acompañarte después con tu Madre y con Juan, al pie del patíbulo en el que mis pecados iban a darte la                          muerte sin que vos te opusieras, porque con ella estabas dando un golpe de muerte a mi propia miseria. ¡Vos te                  entregabas a la Cruz para que a mí me crecieran alas para llegar hasta el Cielo!

Y -¡por supuesto!-  hubiera querido compartir al fin con tus amigos la sorpresa y la alegría de tenerte                                    otra vez en nuestra mesa, como antes. Y verte luego regresar al Padre para decirle: “Abbá (Papito) ¡Misión cumplida!”.
Ya que sé que este deseo es un puro sueño, pero quisiera poder verte, al menos (¡!) como Pablo en su                                ceguera, con los ojos del espíritu, y ver el mundo, la Iglesia y los hombres, como Vos los ves. Creer muy fuertemente          y descubrir, con ojos de esperanza, tu presencia en la historia, sabiendo sin embargo que el Príncipe de este mundo          aún tiene poder para someter a los que no te siguen de cerca, y que el Mal seguirá dando coletazos en la tierra hasta        que vuelvas.

Amigo, dame fuerza y convicción para ser tu mensajero ante el mundo; dame el coraje de abrir mi corazón y                        brindarme a los -hermanos como vos lo hiciste –que, sin dudas, eso es seguirte bien de cerca-, a sabiendas de que,          junto a vos, no hay mal que pueda con nosotros, porque «Si Vos estás con nosotros, ¿quién podrá contra nosotros3».

Hasta cada instante. Con amor, tu amigo                                   
                                                                                Néstor”

Espero con ilusión que esta carta no enviada, haya llegado a manos del Destinatario. Cuando nos veamos, Él me              lo habrá de confirmar, aunque quizás lo haga antes. Si te sintieras identificado con estos sueños míos, no dudes en            añadir tu firma al pie, y aun tus propias palabras. Esas que sé que te brotan del corazón.

____________________
1: (Is 6, 9)                                                                                                                                                                                   2: (Mt 28,18)                                                                                                                                                                               3: (Cf Ro 8,31)

 N.d.A.: las citas no figuraban en la carta original, porque el Destinatario seguro las conocía... 

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Néstor Barbarito Enviado: 06/10/2018 12:56
Perdón por la desprolijidad. Después de mucho luchar, renuncié a copiar el texto como está escrito en el original         porque la página lo descompone como quiere. No quise seguir intentando. Las cuestiones de la cibernética me superan ámpliamente. 

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: hectorspaccarotella Enviado: 07/10/2018 22:44
JAJJ
Tranqui, se entiende todo

HÉCTOR

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 08/10/2018 19:33

Resultado de imagen para 2: (Mt 28,18)imagen


...Qué no daría yo por haber saboreado el pan partido por tus manos, y bebido el vino de tu misma copa, tibia aún por el calor de tus labios.

Hermoso escrito Néstor, me conmovió imaginar al Maestro alcanzándonos el pan partido con sus manos y  luego la copa...que hermoso sera!  Araceli


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