¡Firmes y adelante!










Efesios 6:10-


Cuando se trata de una batalla es necesario que los que la integran conozcan a sus rivales y la manera en que deben protegerse. La Palabra del Señor nos instruye acerca de la labor que tenemos que enfrentar diariamente, comparándonos con soldados y todo el atuendo que se debe usar para enfrentar el enemigo.

Y es que una de las verdades que debemos tener claras en nuestras vidas, es que el día que aceptamos seguir a Cristo, nos ganamos un enemigo que hace todo lo que esté a su alcance para destruirnos. Por esto, la invitación del apóstol Pablo a la iglesia en Éfeso y hoy a cada uno de nosotros, es a fortalecernos en el gran poder del Señor. Recordemos que ésta batalla no depende de nuestras fuerzas, sino de la confianza que depositemos en el Todopoderoso, en el que venció la muerte en la cruz y nos ha hecho más que vencedores.

Además de esto, teniendo en cuenta que nuestra lucha no es sencilla, el Padre Celestial ha provisto herramientas que nos ayuden en ésta lucha espiritual que debemos resistir en todo momento. Nos dicen los versículos 14-18 “pónganse el cinturón de la verdad y protéjanse con la coraza de la justicia. Prepárense poniéndose el calzado de anunciar las buenas noticias de la paz. Pero sobre todo, tomen el escudo de la fe para detener las flechas encendidas del maligno. Utilicen la salvación como casco protector. Tomen la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Oren y pidan siempre con la ayuda del Espíritu”.

Conociendo todo lo que el Señor ha dispuesto para que estemos triunfantes, recibámoslo con gratitud pero también con responsabilidad, siendo conscientes del gran privilegio que tenemos, pero que a la vez demanda de nosotros valentía para caminar en firmeza, resistiendo con la ayuda del Señor todo lo que quiera derribarnos.  

OREMOS: Padre Celestial, te rogamos que nos ayudes a permanecer siempre fortalecidos en ti, a tomar los grandiosos recursos que has dispuesto para salir triunfantes en medio de las asechanzas del enemigo. Te exaltamos porque eres hacedor de maravillas y nada puede superar tú poder sobrenatural. ¡Amén!