“Vino palabra de Jehová a Jonás … diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí. Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis” (Jonás 1:1-3).
Conocemos la historia de Jonás, el hombre que trató de huir de Dios cuando el Señor le dio el mandato de predicar el juicio a la ciudad de Nínive. Pero en lugar de advertir a Nínive, Jonás huyó. Esta historia fue validada por el mismo Cristo: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mateo 12:40). En otras palabras, la historia de Jonás fue tan cierta como la sepultura y la resurrección de Cristo.
¿Por qué Jonás se negó a obedecer la Palabra de Dios claramente revelada y huyó? Claramente, Jonás tenía dones y fue elegido por Dios, pero huyó de la misma presencia de Dios, cerrando la comunión con él. Cuando Jonás huyó, escuchó la voz del Espíritu Santo resonando en sus oídos a cada paso del camino.
A Jonás se le dio una revelación poderosa de la gracia y la misericordia de Dios: “Sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte” (4:2). Por supuesto, Dios es todo lo que Jonás describe, pero la Biblia también habla de la naturaleza santa y justa de Dios. “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Romanos 1:18).
Creo que Jonás desobedeció porque pensó: “Señor, cada vez que pronuncias juicio, eres vencido por la misericordia. Sé que no juzgarás a Nínive porque apenas yo profetice, se arrepentirán y derramarás tu gracia sobre ellos”. No entendía el temor de Dios, su naturaleza santa y justa.
Todo creyente debe obtener una revelación del temor de Dios como se revela en su Palabra: “Teme a Jehová, y apártate del mal” (Proverbios 3:7). Al igual que la misericordia de Dios, el temor a Dios es vivificante: “En el temor de Jehová está la fuerte confianza” (14:26); y debemos aprender a balancear los dos.
DAVID WILKERSON