Nadie es perfecto. Todo el mundo tiene puntos fuertes y debilidades. Los mejores matrimonios se lastiman algunas veces, los peores se lastiman la mayoría de las veces. Una anciana puso el dedo sobre el problema: “Si un hijo de Dios se casa con un hijo del diablo, el hijo de Dios va a tener problemas con su suegro...” A menudo los cónyuges fallan. El adulterio, las presiones financieras o las tragedias nos ponen bajo tremendas tensiones. Nos sentimos desinflados, dolidos o traicionados. Nuestros planes fallaron, nuestros sueños se rompieron, nuestras esperanzas terminaron.
Cómo los desánimos, grandes o pequeños, llegan a todo matrimonio El desánimo nos pide que purifiquemos nuestros espíritus. Debemos quitar las barreras a la gracia de Dios, la verdad, el amor, el poder y la justicia. Nuestras reacciones erróneas y las conductas para protegernos a nosotros mismos deben terminar. Deje que el enojo se enfríe, salga de su escondite, enfréntese a la realidad, regrese al camino, lleve el dolor que no se puede evitar. El desánimo pide nuestro perdón. Perdonar a los cónyuges que nos fallaron edifica nuestros caracteres. El desánimo pide la reevaluación. ¿Por qué estamos tan lastimados?¿Qué se puede mejorar? ¿Hay problema de comunicación?¿Hay alguna actitud fuera de control? ¿Cómo podemos evitarlo la próxima vez? El desánimo pide una confrontación de amor. Nuestros cónyuges necesitan escucharlo de nuestros propios labios en privado, nos duele mucho pero es necesario. Necesitamos reconciliarnos, comenzar de nuevo o por lo menos dar una queja amorosa. Veremos unos cuantos pecados y debilidades del matrimonio, causas mayores de los desánimos:
El enfado: Las debilidades humanas fácilmente llevan al enfado, y el enfado puede terminar un matrimonio, o protegerlo. La ira y la hostilidad no sólo ataca a los miembros de la familia, sino también ataca al que la muestra. Si usted vive con un cónyuge airado, escuche Proverbios 15:1 “La blanda respuesta quita la ira; más la palabra áspera hace subir el furor”. Para enfriar el enojo, la Biblia nos da un consejo sabio: “Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios (Santiago 1:19-20). Es interesante que la Biblia junta las enseñanzas acerca del enojo y el perdón en Efesios 4:31-32 “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Las personas enojadas a menudo descubren que perdonar a los que les causaron dolor en el pasado quita mucho de su ira. Las esposas de los hombres con ira descubren que el perdón obra mucho mejor que los mecanismos de defensa y las conductas de autoprotección. Los que aprenden a dejar que las flechas ardientes de la ira sigan de largo, o utilizan el escudo de la fe contra esos dardos, se vuelven fuertes en el Señor y en el poder de su Espíritu.
La sumisión: Una de las palabras más desagradables de la Biblia es: Someterse. Choca con nuestro fuerte individualismo. Suena fea, incómoda y atadora. Someterse a Dios, quizás. Después de todo, Él merece nuestra confianza. Él tiene toda autoridad, y la utiliza con nuestros mejores intereses en mente. Pero cuando la Biblia dice: “Someteos los unos a los otros (Efesios 5:21), eso es llevar la cosa muy lejos. Y cuando sigue diciendo: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos” (vers.22) ¡ya eso es llegar muy lejos! ¡Un momento! Aquí hay un gran mal entendido. Antes de seguir adelante, necesitamos comprender lo que la Biblia dice en realidad. No estoy hablando de volvernos cobardes, perder nuestras personalidades, y esconder nuestros sentimientos. La sumisión bíblica no quiere decir negarnos a expresar nuestras opiniones o permitir que manipuladores enfermos arruinen nuestras vidas. Cuando la Biblia habla de someterse, siempre lo hace en el contexto de la autoridad. Uno de los grandes beneficios de la sumisión nos ayuda a evitar la rebelión. Esposos, por favor, noten un versículo clave: ”Someteos unos a otros en el temor de Dios (Efesios 5:21). Todos necesitamos someternos a las necesidades de los otros en amor. Cuando la Biblia dice someterse, quiere decir ceder voluntariamente nuestros derechos los unos a los otros en amor.
La manipulación: Los que aceptan el sistema de valores de este mundo y se niegan a someterse a Dios, tratan de salir con la suya por medio de maquinaciones dudosas. Esto no es más que manipulación. El diccionario define la palabra manipulación: “Controlar o jugar con medios ilegales o engañosos; administrar con uso sutil de influencia, especialmente de manera ilegal o fraudulenta para los propios propósitos”. La manipulación también se engaña detrás de otras máscaras: Explotar, poner caras tristes, engatusar, engañar, jugar, maniobrar, llorar, retraerse y conspirar.
El respeto: El respeto es algo que cada cristiano puede dar, no importa si la otra persona lo merece o no. Por favor note la diferencia entre el respeto y la confianza. El respeto es algo que todo el mundo merece. La confianza es algo que se debe ganar. Podemos respetar a las personas aun cuando no confiamos en su conducta. Respetamos su persona y su posición en nuestra vida aunque hayan destrozado nuestra confianza en ellas. Todos merecen respeto, pero solamente tendrán nuestra confianza los que la hayan ganado. En Cristo podemos aprender a respetar la persona y la posición de nuestros cónyuges (vea Efesios 5:33). Todo esposo o esposa fue creado a imagen de Dios. Toda persona vale tanto que Cristo murió en la cruz por los pecados de cada una. Un camino lleva a la autosuficiencia, el otro a la Cristo-suficiencia. Uno lleva al infierno y el otro al cielo. ¿En cuál camino te encuentras? Revisa los letreros del camino y corrige el curso si así lo necesitas.
Neil T. Anderson y Charles Mylander
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