Estos son tiempos en los que alguien, o quizás muchas personas, se dan cuenta de la voluntad de Dios de restaurar y sanar. Ellos entienden su voluntad de llevarnos, no en nuestra fuerza, sino en nuestra debilidad. Después de todo, las Escrituras no nos dicen que vayamos al trono de Dios cuando somos fuertes; más bien, debemos venir cuando somos débiles. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).
El momento del despertar espiritual ocurre cuando las personas comienzan a escuchar al Señor hablar: “Sé que sus pastores han conducido a su pueblo a la impotencia, al haber creado un sistema religioso alrededor de ellos, que ayuda a reforzar su error. Y sé que el pueblo ha pecado y ha olvidado mis caminos, pero yo sigo dispuesto, una vez más, a ser misericordioso”.
Dios está llamando a hombres y mujeres que él quiere usar para su gloria. Recuerda, no se necesita una multitud de personas para cambiar una nación. No se necesitan cien personas para cambiar tu vecindario; sólo se necesita a uno que crea que Dios está dispuesto a mostrar misericordia. Sin embargo, si nadie da un paso adelante, personas que podrían haberse librado se perderán.
Si deseas ser usado por Dios en esta hora, debes estar dispuesto a dar un paso adelante en fe. “Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).
Confía en que Dios te dará la capacidad de lograr todo lo que te ha llamado a hacer. Si bien puedes sentir que tienes poco que ofrecer, trae lo que tienes y cree que él lo tomará y cambiará tu generación. “¡Busqué a un hombre!” (ver Ezequiel 22:30). Dios está buscando a aquel que dé un paso adelante con osadía y sea esa voz que declara la misericordia de Dios.
Carter Conlon