El ex astronauta Charlie Duke una vez habló sobre cómo era estar en una cápsula espacial diminuta a 28,000 millas de la Tierra, viajando hacia la luna. Cuando la tripulación giró la nave hacia un lado, alguien exclamó: “¡Qué increíble vista!” Todos miraron y vieron el planeta Tierra, suspendido maravillosamente en el espacio negro; una bola enorme y brillante, sin nada que la sostenga. La tripulación entera estaba abrumada ante la vista; ellos supieron que sólo un Creador increíble podría haber hecho eso.
Dios usó preciosamente la referencia a su creación cuando sacaba a Job de sus sufrimientos. “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? … ¿Sobre qué están fundadas sus bases?” (Job 38:4, 6). Él estaba preguntando: “¿Qué sostiene a la tierra en el espacio?” Y va más allá: “¿Quién encerró el mar en sus fronteras? ¿Quién le dice al océano poderoso: ‘¿Ven hasta este punto, pero no más lejos’? ¿Qué impide que las olas inunden la tierra? ¿Y dónde está el manantial de donde fluyen los mares?”
“¿Cómo se separa la luz de la oscuridad? ¿Cómo se divide y dispersa el viento? ¿Cómo nace la lluvia? ¿Puede el hombre producir relámpagos, truenos, nubes? ¿Quién pone la naturaleza salvaje y la capacidad de ser domesticados en la naturaleza de las bestias? ¿Quién crees que puso todas estas fuerzas de la naturaleza en su lugar, Job?”
Dios literalmente tomó a Job a través de un “curso de poder”, revelando su creación pasada. A lo largo de todo esto, a Job se le estaba diciendo: “Tú me acusas de negligencia y dudas de mi poder para liberarte; sin embargo, te he mostrado cómo me preocupo por toda mi vasta creación” (lee esto en Job 38 y 39).
Job estaba totalmente abrumado y cuando volvió a ver sus problemas, dijo: “He sido tan tonto. He tenido mis ojos en las cosas equivocadas. Me estaba concentrando en mi dolor cuando debería haberte estado mirando a ti y a tu grandeza. Sé que puedes hacer todo y también sé que no se te puede ocultar ningún pensamiento” (ver 42: 2).
Si mantienes tus ojos en Dios y en su grandeza, el miedo y la duda no podrán apoderarse de tu corazón.
DAVID WILKERSON