Es fácil dar por sentado los milagros que Dios ha realizado en nuestro pasado. Sin embargo, la Biblia nos dice que recordemos nuestras liberaciones. La exhortación de Moisés a Israel después del milagro del Mar Rojo fue: “Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre” (Éxodo 13:3).
El Señor les estaba diciendo, en esencia: “Guarda estos recuerdos y cada vez que te enfrentes a una crisis, recuerda todos los milagros que he hecho a favor tuyo. Y asegúrate de decírselo a tus hijos para que tu fe sea edificada, así como la fe de las generaciones que vendrán”.
El recuerdo de nuestras liberaciones pasadas nos ayuda a aumentar nuestra fe para lo que estamos pasando en este momento. Cuando David se ofreció para luchar contra el gigante Goliat, el rey Saúl le dijo: “No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud” (1 Samuel 17:33). Pero David tenía el recuerdo de haber matado a un león y a un oso con sus propias manos cuando estaba protegiendo a sus ovejas. Se lo contó a Saúl y le aseguró: “Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente” (17:36).
David conocía el peligro de enfrentarse a Goliat, pero él no era un novato, un ingenuo niño bravucón, en busca de una pelea. No, él simplemente estaba recordando sus liberaciones pasadas y estaba seguro de la victoria. Él miró a su enemigo directamente a los ojos y declaró: “Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo” (17:37).
¿Te estás enfrentando a un gigante en tu vida? ¿Recuerdas aquella vez cuando Dios sanó tu cuerpo y te levantó? ¿Recuerdas el momento en que él te proveyó las finanzas que necesitabas? No tiembles de miedo, piensa en su fidelidad y confía en que él te librará una vez más.
David Wilkerson