Pagina principale  |  Contatto  

Indirizzo e-mail

Password

Registrati ora!

Hai dimenticato la password?

Fraternalmente unidos
 
Novità
  Partecipa ora
  Bacheche di messaggi 
  Galleria di immagini 
 File e documenti 
 Sondaggi e test 
  Lista dei Partecipanti
 General 
 Normas de convivencia en el grupo-- 
 Lee la Biblia aquí! 
 Biblia en Power Point 
 Conoce tu Biblia 
 La Biblia en ocho versiones 
 Recursos Teológicos 
 Estudios biblicos 
 Reflexiones- Hernán 
 Selección de pasajes Bíblicos- por Hernán 
 Biografías de hombres de la Reforma protestante- Por Hernán 
 Arqueología Bíblica (por Ethel) 
 Reflexiones 
 Jaime Batista -Reflexiones 
 Tiempo devocional-Hector Spaccarotella 
 Mensajes de ánimo--Por Migdalia 
 Devocionales 
 Escritos de Patry 
 Escritos de Araceli 
 Mujer y familia- 
 Poemas y poesias 
 Música cristiana para disfrutar 
 Creaciones de Sra Sara 
 Fondos Araceli 
 Firmas hechas-Busca la tuya 
 Pide Firmas 
 Regala Gifs 
 Libros cristianos (por Ethel) 
 Panel de PPT 
 Amigos unidos-Macbelu 
 Entregas de Caroly 
 Regala Fondos 
 Texturas p/ Fondos 
 Separadores y barritas 
 Retira tu firma 
 Tutos 
 Tareas HTML 
 COMUNIDADES AMIGAS 
 
 
  Strumenti
 
General: “DIGA EL DÉBIL: FUERTE SOY”
Scegli un’altra bacheca
Argomento precedente  Argomento successivo
Rispondi  Messaggio 1 di 1 di questo argomento 
Da: hectorspaccarotella  (Messaggio originale) Inviato: 31/01/2019 13:13

odos somos culpables de incredulidad a veces. A menudo nos enfrentamos a otra lucha y permitimos que el enemigo nos desaliente. Podríamos desarrollar sentimientos de inexplicable soledad o, al experimentar un sentimiento de total incapacidad, nos convencemos de que el Señor no nos oye. Un clamor brota de nuestros corazones: “Dios, ¿dónde estás? Yo oro, ayuno, estudio tu Palabra. ¿Por qué no me libras de esto?”

Vamos al lugar secreto de oración, pero no tenemos ganas de orar. Nuestras almas están secas, vacías, exhaustas de nuestras luchas, sin embargo, no nos atrevemos a acusar al Señor de ser negligente de nuestra condición. Así que simplemente nos acercamos débilmente a él en lo que percibimos como humildad. Con la cabeza gacha, decimos con desaliento: “Señor, no te culpo. Tú eres bueno y amable conmigo. Yo soy el problema, te he fallado tanto”.

¡Espera! Eso no es humildad. Por el contrario, es un verdadero insulto a un Padre que nos adoptó con una promesa de pacto de amarnos y apoyarnos durante toda nuestra vida. Cuando le decimos cuán malos somos, cuán débiles, vacíos e inútiles somos para él, estamos despreciando todo lo que él ha logrado en nosotros. Esto aflige a nuestro Padre celestial.

Cada vez que nos desanimamos en nuestra fe, el Espíritu Santo nos hablará en términos muy claros. “Basta ya de esta autocompasión. ¡Levántate! Eres amado, llamado y elegido, y te he bendecido con mi Palabra”. Debemos disciplinarnos para recordar todo lo que Dios nos ha ayudado a atravesar. Debemos gozarnos, sabiendo que él está satisfecho con lo que ha hecho por nosotros.

Es posible que hayas pasado pruebas vez tras vez. Ahora ha llegado el momento de que tú tomes una decisión. Dios quiere una fe que soporte la prueba definitiva y él te da su Palabra para que puedas triunfar. Si él te ordena que hagas algo, te proporcionará el poder y la fuerza para obedecer: “Diga el débil: Fuerte soy” (Joel 3:10). “Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Efesios 6:10).

DAVID WILKERSON



Primo  Precedente  Senza risposta  Successivo   Ultimo  

 
©2025 - Gabitos - Tutti i diritti riservati