“Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas”.
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 Pedro1:2-5).
Pedro estaba emocionado de comunicarse con las iglesias de las ciudades por las que había viajado. Ellos eran marginados, habiendo sido expulsados de su tierra natal, pero Pedro estaba pintando un cuadro hermoso para ellos. Su alma se conmovía cuando hablaba de ser santificados del Espíritu, de la obediencia a Jesús y de la presciencia del Padre. Él estaba hablando de cómo Dios los guardaría y les daría una herencia en el Salvador que se revelaría “en el tiempo postrero”. Ellos nacieron de nuevo a una esperanza viva en Jesús.
La santificación faculta a los creyentes mediante la obra del Espíritu Santo para ser obedientes; él mantiene viva esa obra. A veces puedes fallarle, pero si has sido lavado por la sangre de Jesús, su poder todavía está obrando en ti, así que no camines en condenación y vergüenza.
Al igual que estos “expatriados elegidos” fueron desplazados, puede ser que tú enfrentes cosas en tu vida que parecen ser reveses y retrocesos, pero puedes estar seguro de que cada vez que Dios dice que no, es porque él está preparando algo mejor, algo que te posicionará para que alcances las metas que él ha fijado para ti. Él está vivo y obrando; ¡y sus promesas son para ti!
GARY WILKERSON