¿Disfrutas estar en medio de una fiesta con mucho ruido, en medio de gente desconocida y sin demasiada chance de conversar con alguien?
¿Puedes prestar atención al otro cuando te está hablando sin interrumpirlo rápidamente?
¿Tomas decisiones luego de una profunda reflexión?
¿Necesitas pasar tiempo a solas para recargar baterías?
¿Consideras que son lentas aquellas personas que no reaccionan como tú lo harías?
Es muy probable que ningún lector haya respondido afirmativa o negativamente a estas cinco preguntas. ¿Por qué? Porque aquellos que se acercan más al estilo extrovertido sería lógico que expresen un “Sí” a la primera y quinta, mientras que los introvertidos estén más cerca del “Sí” en las tres preguntas del medio. Por supuesto hay combinaciones y algunas personas pueden integrar el disfrute en medio del gentío con la habilidad para una escucha atenta.
El mundo de los introvertidos está comenzando a ser más respetado y valorado a partir de excelentes aportes como el de Susan Cain (te recomiendo su charla TED “El poder de los introvertidos”), o Sylvia Löhken con su libro “El éxito de los introvertidos”. Cain también ha escrito dos libros muy exitosos sobre el tema. Actualmente estoy leyendo el libro de Löhken.
Ya hace unos cuantos años fue un gran hallazgo para mí reconocerme como Introvertido y, a partir de allí, aprender a hacer un buen uso de mis posibilidades y limitaciones. Algunos me miran con escepticismo cuando les cuento de mi introversión, porque me han observado reiteradas veces hablando en público ante grandes auditorios con absoluta soltura; o cuando ven como disfruto compartir reuniones con amigos. Es que Introversión no es lo mismo que Timidez. El tímido busca evitar el contacto social debido a su inseguridad, suponiendo que ha de ser evaluado negativamente por el entorno (llega esto a niveles más intensos cuando surge ya una fobia social). Pero no necesariamente un introvertido es tímido.
Los introvertidos, sin llegar a ser antisociales, necesitamos nuestros tiempos de soledad más que los extrovertidos. Allí recuperamos energías. Procuramos un poco de silencio. Estar con nosotros sin tanto estímulo exterior nos calma. Por el contrario, el extrovertido, aún físicamente necesita más del estímulo exterior y, en la reunión con gente, se siente más energizado; se aburre con facilidad en soledad.
Bien desarrolla Sylvia Löhken con su libro “El éxito de los introvertidos” acerca de las fortalezas que suelen encontrarse preferentemente en los introvertidos:
- Prudencia
- Sustancia/Profundidad
- Concentración
- Escucha
- Calma
- Pensamiento Analítico
- Independencia
- Perseverancia
- Capacidad para escribir
- Empatía
¿Por qué esta reflexión?
Porque he visto que, sin pretender hacerlo, se le hace mucho daño a los introvertidos en organizaciones, capacitaciones, eventos, reuniones (aún de iglesias), familias, cuando se les exige que tengan conductas propias de los extrovertidos.
Los introvertidos necesitan aprender a amar su estilo y a sacarle el mejor provecho, sin darle permiso a los demás para que los hagan sentir inferiores.
Y los extrovertidos necesitan comprender el mundo de los introvertidos para dejar de retarlos por no ser como ellos, no buscar comportamientos universales en todas las personas, y por el contrario, valorar el aporte de los introvertidos.
Todos los estilos responden a la maravillosa creación de Dios. Si Dios es tan creativo, ¿por qué pretender que todos sean iguales y tengan el mismo comportamiento? Honremos cada estilo de personalidad. Honremos la creación de Dios.
GUSTAVO BEDROSSIAN