En medio de un tiempo de volatilidad y agitación, ¿cómo responderá el pueblo de Dios? Si tú has confesado a Jesucristo como tu Señor y Salvador, nunca debes temer. Los que están en Cristo están siempre protegidos por la sangre que Jesús derramó por ellos y esta verdad es la piedra angular de nuestra fe. Ésta determinará todo lo que pensamos y todo lo que hacemos, al margen de lo que ocurra a nuestro alrededor.
Pablo aseguró a los creyentes en Roma: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:8-9).
¿Qué debe hacer el pueblo de Dios cuando el mundo está repleto de malas noticias? ¿Cuando los mercados suben y bajan y el mundo se paraliza de miedo? Dios les da a sus hijos un escondedero: “Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación” (Isaías 26:20).
Cuando estás angustiado, abrumado, abatido por la aflicción, preocupado por el futuro, Dios dice que hay un lugar de comodidad donde encontramos compostura para nuestras almas. Este escondedero secreto es una habitación en tu mente que Isaías describe de esta manera: “Tú “[El Señor] guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).
Cuando el Señor nos dice: “Cierra la puerta”, nos está mostrando la necesidad de cerrar las muchas voces de preocupación que surgen en nuestras cabezas. Debemos cerrar la puerta a todos los pensamientos sobre el mañana y sobre los eventos mundiales. El Señor que nos ha traído fielmente hasta aquí no nos fallará en los días venideros.
¡Alabado sea Dios! Él es nuestro escondite en tiempos de crisis y sus promesas fieles son nuestro escudo de protección. ¡Aférrate a ellas!
DAVID WILKERSON