Solemos excusarnos afirmando que nuestros comentarios agresivos siempre responden a una provocación, o al merecido trato que debe recibir quien previamente nos habló con dureza. Argumentos tales como “Si él se atrevió a hablarme de ese modo, pues ahora que se la aguante”.
El Dr. Emerson Eggerichs en su libro “Antes de que oprima enviar”, nos invita a transitar un camino distinto; más difícil pero siempre más saludable:
“La esencia de mi comunicación significa que la otra persona no podrá cambiar mi corazón para que no sea bondadoso o cariñoso. Al contrario, he tomado una decisión acerca de lo que seré, independientemente de la otra persona. No culparé a ningún otro por mi falta de bondad…
Me gusta recordarme a mí mismo que el sol endurece el barro, pero derrite la manteca. Con esto quiero decir que el sol no hace que el barro se endurezca y que la manteca se derrita. El sol simplemente revela la propiedad interna de cada uno. Cuando las cosas se ponen incómodas, es cuando entonces revelo mi verdadera esencia… Las otras personas no son la causa de que seamos como somos; solo revelan nuestra predisposición para expresar nuestro disgusto y desprecio”.
¿Por qué no tomar el consejo de Eggerichs? Hoy puedo determinarme para que mi comunicación sea bondadosa, llena de gracia y misericordia. Puedo ser de aliento y edificar con la palabra. Y cuando no esté listo para que eso suceda, puedo esperar con la boca bien cerrada. Hoy también puedo elegir el camino de la responsabilidad, no cayendo en el recurso fácil de asignar a los demás el resultado de mis acciones. Me recordaré que, en cada encuentro con el otro, tan sólo revelo mi esencia.
¿Por qué no hacer el ejercicio? Tomemos la decisión de ser fundamentalmente bondadosos y responsables con cada palabra que sale de nuestra boca. No tenemos por qué dejar que el otro lidere nuestras emociones y expresiones. Seamos autónomos. Seamos libres. Podemos ser firmes, podemos ser claros; pero sin perder el rumbo hacia la bondad.
“El que pierde los estribos con facilidad provoca peleas; el que se mantiene sereno, las detiene” (Proverbios 15:18, la Biblia).
GUSTAVO BEDROSSIAN