Las Escrituras proveen ejemplos infinitos de cómo la presencia del Señor le da poder a su pueblo para vivir para él. Tomemos a Moisés, por ejemplo. Él estaba convencido de que sin la presencia de Dios en su vida, era inútil para él intentar cualquier cosa. Cuando habló cara a cara con el Señor, él dijo osadamente: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí” (Éxodo 33:15). Él estaba diciendo: “Señor, si tú no estás con nosotros, no lo lograremos. No vamos a dar un solo paso sin la seguridad de tu presencia”.
La presencia de Dios es lo que nos diferencia de los incrédulos. El Antiguo Testamento está lleno de relatos de grandes bendiciones que recibieron los que tuvieron la presencia de Dios con ellos. Por ejemplo, la presencia de Dios fue tan evidente en la vida de Abraham que incluso los paganos a su alrededor reconocieron la diferencia entre su vida y la de ellos. El rey pagano Abimelec dijo: “Dios está contigo en todo cuanto haces” (Génesis 21:22).
Dios le prometió a Josué que ningún enemigo podía enfrentarse a él mientras su presencia estuviera con él: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente” (Josué 1:5-6). Cuando el Espíritu de Dios está presente en tu vida, puedes ser un conquistador porque confías en su promesa de estar contigo en todo lo que hagas.
Dios compartió con Isaías una promesa especial que él hace a quienes ama: “No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú... yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador... No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 43:1, 3, 5). Mientras la presencia de Dios esté permaneciendo en ti, podrás atravesar cualquier fuego y no sólo sobrevivir, sino mantenerte a salvo y protegido a través de todo. Así como sucedió con Moisés, Abraham y otros, hoy tienes un testimonio poderoso de la presencia de Dios en tu vida.
David Wilkerson