En este día quiero compartirte una reflexión que publiqué en mi primer libro, “Buen Ánimo más allá de todo” (Editorial Vida); es mi deseo que pueda ser un desafío para tu vida:
El optimismo, la esperanza, la fe... ¿sólo lindas palabras?
Daniel Goleman, en "La inteligencia emocional", no nos da una opinión sobre el tema de la esperanza, sino que muestra investigaciones realizadas seriamente sobre este asunto. Menciono sólo un párrafo:
"122 hombres que tuvieron su primer ataque cardíaco fueron evaluados para determinar su grado de optimismo o pesimismo. Ocho años más tarde, de los 25 hombres más pesimistas, 21 habían muerto; de los 25 más optimistas, sólo 6 habían muerto. Su visión mental demostró ser un mejor pronosticador de supervivencia que cualquier otro factor de riesgo, incluido el grado de daño sufrido por el corazón en el primer ataque, bloqueo de arterias, nivel de colesterol o presión sanguínea. Y en otra investigación, los pacientes que se sometían a un bypass arterial y que eran más optimistas, tuvieron una recuperación mucho más rápida y menos complicaciones durante y después de la operación que los pacientes más pesimistas".
Las personas pesimistas no se convirtieron en lo que son de un día para el otro. Un día permitieron que un pensamiento catastrófico aterrizara en su cabeza. Esa idea negativa empezó a preparar el ambiente para que lleguen otros pensamientos de su familia. Y así se fue llegando a una existencia penosa.
La esperanza es la expectativa por vivir algo mejor de aquí en adelante. Es tener una visión optimista con respecto al futuro. Es el fundamento para luchar diariamente. Es la clave para respirar entusiasmo en cada jornada.
Cuidar tu mente es cuidar también de tu cuerpo. Reprograma tu cerebro si es que se han instalado los virus del pesimismo (te borran toda la información que se relacione con la fe). Te animo a tomar una Biblia (si es que tienes una) y leer el libro de Romanos 4:13-25; allí descubrirás lo que es creer "en esperanza contra esperanza"
GUSTAVO BEDROSSIAN