“Y vino uno de los principales de la sinagoga… se postró a sus pies [de Jesús], y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá” (Marcos 5:22-23).
Cuando este gobernante, Jairo, corrió hacia Jesús, él estaba demostrando una fe verdadera: “Señor, todo lo que mi hija necesita eres tú. ¡Tú tienes todo el poder y puedes evitar que muera!” Jairo representa la mayor parte del cristianismo. Sabemos que Cristo es nuestra única esperanza, y en nuestros tiempos de crisis corremos hacia él, caemos a sus pies y buscamos su misericordia y ayuda. Respondiendo a la fe de Jairo, Jesús “fue, pues, con él” (versículo 24).
Aun cuando su corazón estaba lleno de grandes esperanzas, Jairo también pudo haber sido golpeado por un pensamiento terrible: “¿Y si llegamos demasiado tarde? Es maravilloso tener a Jesús a mi lado, pero necesitamos tiempo. ¡Necesitamos a Jesús y también tiempo”. Probablemente las personas que lo observaban decían entre ellos: “Jesús es el gran médico, pero es mejor que se apure, ella puede morir en cualquier momento”. ¿Y qué pasó? ¡La niña murió!
¿Por qué Jesús permitió que se agotara el tiempo? ¡Porque quería que sus seguidores tuvieran fe en su poder de resurrección, una fe que va más allá de la desesperanza, más allá de la muerte! “Vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?” (5:35). Y Jesús al instante dijo: “No temas, cree solamente” (5:36).
¡Jesús nunca se da por vencido con los muertos! Al entrar en una terrible escena de confusión, duda y miedo, él proclamó palabras de vida: “Niña, a ti te digo, levántate” (5:41).
¿Hay gran conmoción y agitación en tu vida? ¿Duelo? ¿Confusión? ¿Opresión? Podría ser porque no crees que Jesús pueda resucitar lo que está muerto. Cree que Jesús sabe lo que está haciendo; él tiene un plan de vida para ti, así que no te rindas. Jesús hará un milagro si confías en su Palabra.
David Wilkerson