Hay lágrimas de alegría, abrazos, palmadas y una gran cantidad de actividad
en un primer momento. Esto tiende a convencer a otros creyentes que se trata de
una verdadera conversión, bien arraigada en genuina convicción. Incluso podríamos
estar inclinados a pensar que es una mejor respuesta que la condición tranquila
de algún creyente genuino que siente tan profunda convicción por su pecado e indignidad que lo único que
experimenta es un profundo sentido de humildad y serena gratitud.
Una explosión de alegría
no es la característica distintiva de una autentica conversión. La alegría es
una respuesta buena y apropiada, por supuesto. Todo el cielo se llena de regocijo
cuando un alma se convierte. <> (Lucas 15:7).
Pero como Jesús deja claro en nuestra parábola, una gran alegría a veces
acompaña una falsa conversión. Ni la alegría hiperactiva ni la agradecida
quietud demuestran nada sobre si la profesión de fe de una persona es una expresión
de la creencia temporal y superficial o de la convicción profunda y duradera.
El fruto de la persona (o la falta de él) revelaran esto. <>> (Mateo
12:33).
En última instancia no
importa el mucho entusiasmo que el oyente superficial muestre en la respuesta
inicial a la Palabra de Dios, si se
trata de de una convicción poco profunda sin verdadera raíz, esa persona
finalmente se apartara. Y cuando esto sucede, se demuestra defectivamente que a
pesar de todo ese gozo y aparente celo, la persona nunca realmente creyó desde
el principio. <, Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si
hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para
que se manifestase que no todos son de nosotros>> (1 Juan 2:19).
El que cayó entre espinos.
El tercer
tipo de terreno, el suelo lleno de yerbajos, representa un corazón demasiado
cautivado o preocupado por los asuntos de
este mundo. Jesús explica: <> (Lucas 8:14).
Los que caen en esta categoría (como
los oyentes superficiales) pueden parecer que responden positivamente al
principio. La analogía indica que probablemente habrá alguna señal inicial de
receptividad. La semilla que cayó entre las malezas quizá germine. Estas
personas, <> pero se van, al parecer dan todas las
señales de seguir el camino de la fe. Marcos parece afirmar que en un principio
dan a entender que tienen toda la potencialidad para ser fructíferas, pero
luego, en algún momento después, <se hace infructuosa>> (Marcos 4:18-19, énfasis añadido).
Este no es un incrédulo de corazón
duro o una persona emocional y superficial. Esta vez el terreno en si está bien
arado y es lo bastante profundo. Pero hay todo tipo de impurezas en el. Las
malezas originales de ese suelo ya han germinado bajo la superficie. Ellas
siempre van a crecer más fuertes y más rápido que la buena semilla. La Palabra
de Dios es extraña a un corazon asi. Las malas hierbas y los espinos poseen
este terreno.
Esta
persona esta demasiado enamorada de este mundo, demasiado obsesionada con
<>, de esta
vida (Lucas 8:14). Esta es la clave.
Los valores del mundo temporal (los placeres pecaminosos, las ambiciones
terrenales, el dinero, el prestigio y un sinfín de diversiones triviales)
inundan el corazón y mitigan la verdad de la Palabra de Dios. Se trata del <> (Santiago 1:8). Como enseño
Jesús: <> (Lucas
16:13).
De hecho, en el relato de
Mateo, el énfasis se encuentra en el amor del oyente mundano hacia el dinero:
<> (1Timoteo 6:9-10). Nada
es más hostil a la verdad del evangelio que el amor por las riquezas y los
placeres de este mundo. A aquellos cuyo deseo principal es dilapidar sus
recursos en los placeres mundanos, Santiago
4:4 les exhorta: <<¡Oh almas adulteras! ¿No sabéis que la amistad del
mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera pues, que quiera ser amigo del
mundo, se constituye enemigo de Dios>>.
El apóstol Juan condeno la
mundanalidad con la misma severidad. El escribió: <> (1 Juan 2:15) ¿Se refería
a que es pecado querer las montañas y las flores o la buena comida y la gente?
Por supuesto que no. El está hablando acerca de los valores y los vicios de
este mundo, todo lo consagrado a la enemistad patológica y autodestructiva del
mundo hacia Dios: <> (v.16).
Esto9 es precisamente lo
que las malas hierbas y los espinos en la parábola representan: el egoísmo, el deseo
pecaminoso y el sistema de creencias impías que domina este mundo. Valores como
esos, no las características naturales del mundo creado, son los que ahogan la
verdad de la Palabra de Dios en los corazones caídos y hacen a este mundo
indigno de nuestro amor.
Entienda esto. La riqueza
material ni el placer son intrínsecamente malos. Si se priorizan de forma
adecuada, la riqueza y el placer se deben recibir con acción de gracias como bondadosos
regalos de la mano de Dios. Quien es generoso con estas bendiciones (Deuteronomio 8:18; Eclesiastés 5:18-19;
Oseas 2:8). Pero lo malo esta en amar los regalos más que el Dador, o
valorar los beneficios tangibles y temporales como más importantes que las
bendiciones espirituales. Pablo le dijo a Timoteo: << A los ricos de este
siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las
cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en
abundancia para que las disfrutemos>>
(Timoteo 6:17).
Un ejemplo clásico del
oyente mundano en el Nuevo Testamento es el joven rico. Vino a Jesús buscando
ansiosamente la vida eterna, pero él era materialista y amante del mundo, Jesús
lo sabía. Las escrituras expresan que el joven rico <> (Mateo
19:22). Amaba a las cosas del mundo más de lo que amaba a Dios. Otro
ejemplo, por supuesto, es Judas, que aparento seguir a Jesús desde el momento
en que llamo a los doce hasta que finalmente traiciono a Cristo por treinta
monedas de plata. Las Escrituras nos dice que el pecado dominante de Judas era él;
amor al dinero. <> (Juan 12:6).
Fue la clase más siniestra de oyente de terreno lleno de espinos.
El de junto al camino, el
superficial y el mundano tienen algo en común: <> (Lucas 8:14). Todo el propósito del
esfuerzo agrícola es que se produzca una cosecha. El terreno que deja de
producir una cosecha no tiene ningún valor. El camino endurecido permanecerá
perpetuamente duro, el terreno poco profundo es muy probablemente que no sea
sembrado de nuevo y el suelo de malas hierbas y espinos será quemado. Si no se
puede limpiar por completo de las malas hierbas y cultivarse de nuevo, será
dejado baldío.
Las tres variedades de
terreno estéril son emblemáticas de los incrédulos, incluso de aquellos que
inicialmente mostraron alguna posibilidad pero no pudieron dar fruto.
El oyente fructífero.
El último terreno
mencionado se cultiva y produce la cosecha deseada. Jesús dice que este
simboliza <> (Lucas 8:15). Este es el corazón
verdaderamente preparado. En Mateo 13:23, Jesús dice que la buena tierra es una
figura de una persona <>. En Marcos
4:20, El dice que es un símbolo de <reciben, y dan fruto>> (énfasis
añadido).
La esta describiendo a
alguien con un corazón tan bien preparado que cuando escucha el evangelio, lo
recibe con verdadera comprensión y fe genuina. La expresión que Lucas usa
(<>)
indica asirse con tenacidad a la verdad
y perseverancia en la fe.
La perseverancia con fruto
es la señal necesaria de la autentica y confianza salvadora en Cristo. Esta es
una de las lecciones claves de toda la parábola: la señal de la fe autentica es la perseverancia. Jesús afirmo:
<> (Juan 8:31). La fe temporal no es una fe verdadera en
absoluto.
El <>
de que se habla en la parábola incluye, por supuesto, el fruto del Espíritu:
<> (Gálatas 5:22-23). Abarca todos los <> (Filipenses 1:11). Un corazón verdaderamente creyente de manera
natural ocasiona adoración, <> (Hebreos 13:15). Y el apóstol Pablo hablo de las personas a
quienes había llevado a Cristo como fruto de su ministerio (Romanos 1:13).
Todos estos son ejemplos de los tipos de fruto que Jesús tenía en mente cuando
expreso que la buena tierra representa a las personas que <>.
La expectativa es que
también darán fruto en abundancia.
Mateo y Marcos dicen <> (Marcos 4:20; cp. Mateo 13:23). Como hemos señalado anteriormente
en este capítulo, cualquier cantidad de más de diez veces seria un inmenso
retorno de la inversión del agricultor. Mientras Jesús está enseñando con
claridad lo que sabemos por experiencia: que los cristianos no son todos igualmente
fructíferos, al mismo tiempo El está dando a entender que la abundancia de
fruto es el resultado que se espera de la fe. El fruto espiritual en nuestra
vida debe sr abundante y obvio, no tan escaso que sea difícil de encontrar. Después
de todo, somos <> (Efesios 2:10).
Jesús afirmo: <> (Juan 15:2). Ser fructífero, tener una divina y
abundante cosecha, es el resultado que se espera de la fe salvadora.
Esto puede ocurrir solo en
un corazón que está limpio y bien cultivado.
Es deber de cada persona tener un corazón preparado, listo para
<> (Santiago 1:21) y
luego alimentar esa semilla hasta la plena fructificación. El antiguo Testamento
nos dice que Reboham, el hijo necio de Salomón y heredero al trono,
<porque no dispuso su
corazón para buscar a Jehová>> (2 Crónicas 12:14, énfasis añadido). Además,
para la gente apostata de Judá y de Jerusalén en Israel del Antiguo Testamento,
Dios le dio este mandato mediante su profeta: <> (Jeremías 4:3). El contexto deja
perfectamente claro que El estaba mandándoles que prepararan sus corazones para
recibir la palabra (cp. V4). Este es el deber de cada persona.
Pero este el problema: que
no, podemos lograrlo por nosotros mismos. Ya estamos irremediablemente sucios.
Somos caídos, pecadores culpables con superficiales, enmarañados y rebeldes
corazones. Abandonados a nosotros mismos nos volveríamos más y más
impenetrables. Cada exposición a la luz del sol fomentaría nuestra dureza aun
mas, hasta convertirnos en tan impermeables a la Palabra de Dios como una senda
de hormigón lo es a las semillas de césped. >>los designios de la carne
son enemistad contra Dios; porque no se sujetan
a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no
pueden agradar a Dios>> (Romanos 8:7-8).
Solo Dios mismo puede arar y preparar el corazón para que reciba la
Palabra. Lo hace mediante la obra regeneradora y santificador de su Espíritu
Santo, quien convence al mundo <> (Juan 16:8). A aquellos que creen, les despierta espiritualmente
(Romanos 8:11). El ilumina sus mentes a la verdad (1 Corintios 2:10). Les lava
hasta hacerlos limpios (Ezequiel 36:25). El Espíritu Santo les quita el corazón de piedra y les da
un corazón nuevo (v.26). El mora en su pueblo y los motiva a la justicia
(v.27). Graba la verdad de Dios en sus corazones (Jeremías 31:33; 2 Corintios
3:3). El derrama el amor de Dios en sus corazones (Romanos 5:5). Los que
creemos en Cristo somos totalmente dependientes de la obra del Espíritu que
mora en nuestro corazón para que nos mantenga sensibles, receptivos y en última
instancia, fructíferos.
Y debemos seguir dependiendo
fielmente en El. Al igual que David, quien oro: <> (Salmos
51:10), debemos acercarnos a Dios con confianza y sumisión, permitiendo que el
haga la obra necesaria en nuestros corazones que no podemos hacer nosotros
mismos.
Por último, esta parábola es un
recordatorio de que cuando proclamamos el evangelio o enseñamos la Palabra de
Dios a nuestros vecinos y seres queridos, los resultados siempre varían de
acuerdo con la condición de los corazones de nuestros oyentes. El éxito o el
fracaso no dependen de nuestra habilidad como sembradores. Algunas de las
semillas que dispersamos caerán en terreno duro, poco profundo o con espinos.
Pero no hay nada malo con la semilla. Si usted es fiel a la tarea, algunas de
las semillas que esparza encontraran
buena tierra y el resultado será abundante fruto.