Soy mamá de niños pequeños y, si algo he podido aprender en esta etapa de mi vida, es la importancia de enseñar a nuestros hijos la Biblia desde la infancia.
En Proverbios podemos leer: “Instruye al niño en el camino que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él” (Pr. 22:6). Dios habló al pueblo de Israel por medio de Moisés: “Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes” (Dt. 6:6-7).
Sin embargo, muchas madres nos hemos preguntado: ¿cómo podemos ayudar a que nuestros niños pequeños comprendan la Escritura y puedan recordarla?
Una salida rápida y común es “delegar” por completo esa tarea a los maestros de la escuela dominical de los niños, con el argumento de que ellos “están preparados” o “ese es su ministerio”. No obstante, la Biblia enseña que los padres somos los principales responsables de la instrucción bíblica de nuestros hijos.
Hay muchas cosas sencillas que podemos hacer para instruir en la Biblia a nuestros pequeños, y una de ellas es simplemente ponerle melodía a palabras y verdades bíblicas.
La música como herramienta didáctica
Recuerdo cuando entré como docente de música a mi primera clase en un grado de escuela de nivel inicial con niños de 3 años. Otra docente me dijo en el primer día: “Hay muchas canciones que vas a ir aprendiendo, porque en este nivel prácticamente todo se aprende cantando. Nos saludamos, jugamos, recibimos las estaciones del año, comemos, o lo que sea, cantando”. ¡Vaya que lo confirmé! Esos niños debían cantar unas 10 o 12 canciones todas las mañanas. Ellos amaban eso y así aprendían día a día.
Si eres mamá, sabes de qué hablo: hay canciones para dormir, para pasear, para aprender los colores, los animales, las partes del cuerpo, y hasta los nombres de los animales. ¡Para todo hay canciones! Entonces, ¿por qué no usar canciones para enseñar teología?
Por ejemplo, en Éxodo 15 podemos ver cómo Moisés, a través de un cántico, le enseña al pueblo cómo recordar lo que Dios había hecho por ellos. Además, el Señor nos dejó en los Salmos todo un compendio de cantos que nos enseñan sobre su majestad y misericordia, y nos ayudan a expresar alabanza, gratitud, lamento, y peticiones ante Él.
Los sistemas educativos de nuestros países conocen el valor de la música en el aprendizaje. ¿Por qué, entonces, las mamás creyentes no aprovechamos más este recurso para enseñar a nuestros pequeños las verdades de la Palabra? Tal vez puedes responder que no eres compositora, que no sabes nada de música, o que no tienes talento. Pero no existe una voz más dulce, amorosa, y perfecta para un niño que la de su mamá.
¡Empieza a cantar!
Estos son algunos consejos que pueden ayudarte a empezar a enseñarle la Palabra a tus hijos por medio de canciones hechas por ti:
- Utiliza una traducción bíblica simple para niños, como la Nueva Traducción Viviente o la Nueva Biblia Latinoamericana.
- Comienza con un pasaje simple. Por ejemplo, alguna parábola de Jesús o una historia corta. Lee entonces el pasaje con ellos, y toma tiempos para detenerte y explicar con tus palabras lo que el texto dice.
- Extrae una verdad por vez: por ejemplo, un atributo de Dios (Dios es bueno, Dios es justo, Dios es Creador, Dios habla, Dios nos protege, etc), o un concepto (el perdón, la misericordia, etc). Algo que quieras que ellos aprendan y recuerden.
- Elige un versículo y, en vez de leerlo, inventa una melodía. No es necesario una canción de ocho estrofas. Intenta una pequeña frase, o un párrafo corto. Si tus hijos tienen más de 5 o 6 años, probablemente ellos mismos podrán ponerle música (¡te sorprenderá la capacidad que tienen para inventar!)
- Si te resulta más simple, puedes comenzar usando una melodía conocida y solo coloca la letra de tu versículo o frase.
- Toma registro de las melodías que uses. Puedes hacerlo con tu teléfono móvil. Vuelve a recordarla con tus hijos regularmente y, si se presenta una oportunidad en el día para aplicar la enseñanza de la canción, no dudes en volver a cantarla. Otra de las cosas que pueden sorprenderte es la capacidad de los niños para no cansarse de esto y repetir la misma canción incontables veces.
- Estudia siempre el pasaje previamente. Si puedes hacerlo con tu esposo, mucho mejor. O quizá con alguna amiga de la iglesia si no te animas a hacerlo sola (esto puede transformarse en una gran oportunidad de crecer juntas).
Sobre todo, no temas orar al respecto. Ora que Dios guíe estos tiempos de enseñanza y te sostenga en la tarea de enseñar a tus hijos. No solo harás aquello que Él te ha dado como responsabilidad, sino que además disfrutarás tiempos con tus niños mientras crecen en el conocimiento de Dios.
Por mucho tiempo cometí el error de creer que la Biblia era inentendible y exclusiva para teólogos, los pastores, o estudiosos de seminario. Sin embargo, Dios nos dio su Palabra a todos para que podamos conocerlo, conocer su voluntad, y entender su plan de redención. Nunca lo olvidemos: la Biblia también es para nuestros hijos pequeños.