El propósito de Dios para sus hijos es que nos rindamos al reino y al gobierno del Espíritu Santo: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:25). En otras palabras: “¡Si él vive en ti, deja que él te dirija!”
Los primeros cristianos no caminaban confundidos, porque ellos eran guiados por el Espíritu. Ellos consultaban al Espíritu Santo y él los dirigía. Andar en el Espíritu significa propósito claro y toma de decisiones despejada.
Vemos muchos ejemplos de ser guiados por el Espíritu en el Nuevo Testamento. Un buen ejemplo es Pedro: “Mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu…” (Hechos 10: 19). En otro lugar, leemos: “El Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar” (11:12). El Espíritu Santo dio dirección y Pedro oyó.
Hay muchos beneficios de andar en el Espíritu Santo. Un beneficio para aquellos que preguntan: él te dará instrucciones, advertencias o lo que necesites. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). Jesús no está hablando simplemente de profecías y eventos futuros aquí, está hablando de tu vida. El Espíritu Santo te guiará en asuntos muy prácticos de tu vida diaria.
Andar en el Espíritu también significa nunca ser vencido por poderes demoníacos, a pesar de que Satanás tratará de intimidarte. Pablo luchó contra el hostigamiento con el poder del Espíritu: “Entonces… Pablo, lleno del Espíritu Santo” se enfrentó al espíritu maligno y derribó todos los poderes de las tinieblas (ver Hechos 13:9-11). Llega un momento en que tienes que pararte en el poder del Espíritu Santo y decir: “¡Basta! ¡Te mando en el nombre de Jesús que te vayas!”
Pero la forma más elevada de andar en el Espíritu es dejar que él te muestre las cosas profundas y ocultas de Dios. Quédate quieto en su presencia y deja que el Espíritu Santo te muestre el corazón mismo del Señor. Cuando hagas esto, llegará la dirección y ni siquiera tendrás que preguntar.
Fija tu corazón para buscarlo hoy y aprenderás a conocer su voz. Comienza a alabar, cantar, confiar en Dios; y él se encargará de tu liberación.
DAVID WILKERSON