La sinceridad es una mercadería tan cara que es poco frecuente encontrarla en el mundo o en la iglesia. Porque la sinceridad y la honestidad requieren del amor por la verdad para aceptar los apegos y adicciones que controlan nuestra atención, dominan nuestra conciencia y funcionan como falsos dioses. Puedo ser adicto al vodka o a ser agradable, a la marihuana o a buscar aprobación, a la cocaína o a tener razón en todo, al juego o a las relaciones sexuales, al golf o a los chismes. Quizás mi adicción sea la comida, el rendimiento, el dinero, la popularidad, el poder, la venganza, la lectura, la televisión, el tabaco, el peso o ganar.
Cuando le damos más importancia o prioridad que la que le damos a Dios, estamos cometiendo idolatría. Por ello, todos cometemos idolatría una innumerable cantidad de veces al día.
Brennan Manning