El
propietario de la tierra en la parábola representa a Dios. El viñedo es el
reino, la esfera del gobierno de Dios. : Los trabajadores son los creyentes,
personas que entran en el servicio del Rey. El día de trabajo es su vida. La
noche es la eternidad. El mayordomo, tal
vez, representa a Jesucristo, a quien le ha sido todo el juicio. El
denario representa la vida eterna.
Advertencia:
esta paga no es algo que los trabajadores se han ganado. No se les da a ellos
como un salario mínimo en un intercambio justo por el trabajo realizado. Es
demasiado para eso. Más bien, esta representa un don de gracia, un don
esplendido que supera la mejor recompensa que jamás podría merecer cualquier día
trabajo.
Así que este es el punto: si usted
es un creyente genuino, recibirá todos los beneficios de la gracia inconmensurable
de Dios, al igual que todos los demás en el reino de Dios. Su lugar en el cielo
no es un tiempo compartido donde el acceso se determina por cuánto tiempo paso
haciendo la obra del Señor. Las bendiciones de la redención no se reparten en
cuotas sobre la base de los logros personales. El perdón no se mide por el peso
de nuestras buenas acciones en contra de nuestros pecados, ni es parcialmente
retenido si hemos pecado demasiado tiempo o demasiado mal. Todo el que entra en el reino recibe la abundancia plena de la
gracia, la misericordia y el perdón de Dios. Esto es verdad, no importa el
tiempo que haya trabajado en el reino de Dios. Esto es verdad, sin importar lo
difícil o fácil que sean sus circunstancias. Es cierto si su servicio fue mínimo
o máximo; si muere como un mártir en la flor de la vida o lleva una vida
bastante tranquila y muere de viejo. Es verdad si viene a Cristo en la
adolescencia o si se arrepiente verdaderamente de sus pecados al final de una
vida libertina. Cuando esta vida terrenal termina, si usted es un creyente, va
a estar con Cristo, al igual que el ladrón en la cruz (Lucas 23:43); al igual que el apóstol Pablo (2 Corintios 5:8); y al igual que cualquier otro santo que ha
muerto desde entonces.
El cielo no es una recompensa por el
servicio durante mucho tiempo o por el trabajo duro. Algunas personas sirven a
Cristo toda su vida y otras por un tiempo muy corto. Todos nosotros entramos en
la misma vida eterna. Todos vamos a recibir las mismas bendiciones espirituales
en el cielo.
Si esto parece poco equitativo,
recuerde que es mucho más de lo que cualquiera de nosotros se merece. Los
beneficios del reino son los mismos para todo el mundo, porque en el primer
lugar somos redimidos solo por la gracia de Dios, y nada más. Esta es realmente
una buena noticia para usted y para mí; nosotros no tenemos que ganarnos
nuestro camino al reino. El cielo no se basa en nuestros meritos.
El
propósito.
¿Por
qué Jesús ideo esta parábola en este contexto? Los sucesos que Mateo relata
antes y después de la parábola responden esta pregunta.
Nuestro Señor presento esta analogía
principalmente para beneficio de los doce discípulos inmediatamente después de
su conversación con el joven rico. Este joven con gran riqueza e influencia
había llegado hasta Jesús para preguntarle: <(Mateo
19:16). El posiblemente pensaba que sería alabado porque claramente creia
que había cumplido todos los deberes espirituales y que su vida estaba en
orden. Ciertamente parecía un prospecto evangelistico prometedor.
Pero en lugar de simplemente darle
las buenas nuevas del evangelio, Jesus lo reenfrento en cuanto a su obediencia a
la ley. Cuando el joven insistió: <> (Mateo
19:20), Jesús le dijo que vendiera todas sus posesiones, las diera a los
pobres y lo siguiera. Este era un sacrificio que el joven no estaba dispuesto a
hacer.
Jesús por lo tanto mostro el hecho
de que el joven rico amaba mas a sus posesiones de lo que amaba a Dios o a su
prójimo. En otras palabras, a pesar de que afirmo haber cumplido la totalidad
de la ley de Dios, el estaba violando el primero y el segundo más grande
mandamientos (Mateo 22:37-40). Pero
el hombre no reconocía esto. No dispuesto a enfrentar su pecado y arrepentirse,
<> (Mateo
19:22).
Los discípulos se sorprendieron
cuando Jesús claramente parecía poner obstaculo en el camino del joven rico en
vez de animarlo. Ellos estaban desconcertados: <<¿Quién, pues, podrá ser
salvo?>> (v. 25).
La respuesta de Jesús hace hincapié
en el hecho de que la salvación es obra de Dios, no algo que algún pecador
puede lograr por sí mismo: <> (v. 26).
Así que los discípulos estaban
pensando acerca de la imposibilidad de merecer el favor de Dios. Estaban, sin
duda, examinando sus propios corazones. A diferencia del rico, ellos habían
dejado todo para seguir a Cristo (V.
27). Estaban buscando alguna garantía de Cristo mismo de que el sacrificio
de ellos no era en vano. Esto es lo que promovió esta parábola.
Cuando el joven rico se alejo, fue
Pedro quien hablo en nombre de todos los discípulos y dijo: << he aquí,
nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿Qué, pues,
tendremos?>> (v. 27). Los doce
eran como el grupo de las seis de la mañana en la parábola. Ellos fueron los
primeros que Jesús llamo al inicio de su ministerio. Habían estado trabajando a
través del calor del día, por mucho más de doce oras. Ya había pasado casi tres
años. Habían renunciado a sus hogares, trabajos y relaciones para servir a
Cristo. Con la única excepción de Judas, ellos sin duda amaban a Jesús. Todos
ellos darían sus vidas por causa del evangelio. Querían saber lo que iban a
recibir por su sacrificio.
Sin duda, los discípulos pensaban
que recibirían beneficios especiales. Creían que iban a heredar el reino muy
pronto y esto les entusiasmaba. Estaban muy conscientes de que Jesús era el Mesías
de Israel. Ellos esperaban indiscutiblemente un reino terrenal y político con
toda la gloria y la riqueza que se podría obtener mediante el dominio mundial.
Ellos eran los primeros discípulos, por lo que tenía sentido que uno de ellos
se sentaría a la diestra de Jesús, en el lugar de más alto honor.
Esta era una visión ingenua e
inmadura de la misión de Jesús y que conservaron incluso después de la
resurrección. Mientras que el Cristo resucitado se reunía con ellos como grupo
y los prepara para el Pentecostés, peguntaron: <> (Hechos
1:6). Ahora que Cristo se había mostrado incluso triunfante sobre la
muerte, ellos estaban esperando por fin conseguir sus coronas, tronos y lugares
de honor.
Al final de Mateo 19, cuando Pedro le pregunto: <<¿Qué, pues,
tendremos?... Jesús respondió abordando su sed de honor especial. Les aseguro
que de hecho tendrían lugares de honor en el reino. Pero El continuo diciendo
que todos en el reino serian
honrados: <cualquiera que haya dejado
casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras,
por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredara la vida eterna>> (vv.
28-29, énfasis añadido).
Es interesante observar cuan poco
efecto tuvo la lección de esta parábola en los doce discípulos. Ellos estaban
tan obsesionados con la idea de honores especiales
que, incluso después de que escucharon esta parábola, continuaron conspirando y
compitiendo por el primer lugar. De hecho, el siguiente episodio que registra
mateo es este:<> (Mateo
20:20-21). Mateo (que por supuesto, era uno de los doce) afirma:
<>
(v.24). ¡Ellos estaban molestos
porque todos ansiaban los lugares principales!
Esto se convirtió en una fuente
constante de disputas entre los doce. Incluso en el aposento alto en la noche
de la traición al señor, fue Jesús quien lavo los pies de los demás porque
todos ellos deseaban ser considerados <> y lavar los pies
de alguien era un deber del mas inferior de los ciervos (Juan 13:4-17). Más tarde esa misma noche, justo después de que
Jesús partió el pan y consagro el vino: <> (Lucas 22:24).
Aunque
la parábola de los obreros de la viña tenía como propósito enfrentar las
percepciones egoístas, envidiosas y confusas de los discípulos, tomo tiempo
para que hiciera efecto en ellos.
Los
principios .
Aun
asi, la parábola esta llena de principios vitales, incluso algunos --- en
realidad la mayoría de ellos--- son verdades fundamentales del evangelio.
Se enseña, en primer lugar, que la salvación no se gana. La vida eterna
es un don que Dios da por pura gracia conforme a su voluntad soberana.
Pero la lección mas obvia de la
parábola es que Dios da la misma gracia
abundante a todo el que sigue a cristo. Publicanos, ramera, mendigos y
ciegos compartirán en la misma vida eterna como aquellos que han servido toda
su vida; aquellos que han predicado el evangelio a miles y aquellos que fueron
martirizados por Cristo. Gracias a Dios, El no da a ningún creyente lo que realmente se merece.
Cuando lleguemos al cielo todos
vamos a vivir en la casa del Padre (Juan
14:2). Todos somos <> y seremos glorificados juntamente (Romanos 8:17). Ninguno de nosotros recibirá solo una parte del
cielo; todos recibiremos la totalidad plena del cielo.
Otro lugar de las Escrituras si
indica que, además de plena redención del pecado y la vida eterna, habrá
diferentes recompensas que el Señor se complace en dar a sus hijos por su
fidelidad. En el tribunal de Cristo: <> (1 Corintios
3:14-15). Así algunos van a sufrir pérdidas y algunos serán recompensados,
dependiendo de la calidad perdurable de su trabajo.
Sin
embargo, en Apocalipsis 4:10-11
vemos en que se convierten esas recompensas:
Los veinticuatro ancianos se postran delante
del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los
siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: señor digno eres de
recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y
por tu voluntad existen y fueron creadas.
Las recompensas, sin embargo, no son el asunto
en la parábola de los obreros de la viña. Jesús está enseñando una lección
sobre la vida abundante y eterna que pertenece a todos los que lo aceptan como
Señor y Salvador. El cielo en sí mismo no es una recompensa que puede ser
ganada por el trabajo duro; es un don de gracia, dado en plena abundancia a
todos los creyentes por igual. Dios <>
(Hechos 10:34). El no hace
distinción entre hombres y mujeres, ricos y pobres, judíos y gentiles (Gálatas 3:28).
Algunos principios secundarios importantes
también se ilustran en esta parábola. Por ejemplo, podemos ver en el cuadro que
es Dios quien inicia la salvación. En
la parábola, el propietario salió a encontrar a los trabajadores en el mercado
del mundo y los llevo a su viña. Dios es quien busca y salva. Nuestra salvación
es enteramente su obra, y esta es la razón principal por la que no tenemos
derecho a hacer demandas o establecer límites a lo que El da a otra persona. Es
prerrogativa de Dios y solo de El mostrar misericordia a quien El quiere.
Mientras
tanto, El sigue llamando a obreros a su
reino. A lo largo de la historia y en todas las fases de la vida humana,
Dios está llamando a personas a su reino. Es un trabajo continuo. Jesús afirmo en
Juan 9:4: <>. Nuestra parábola ilustra lo que quiso
decir. La redención continúa hasta que llegue el juicio. Y ese momento se
acerca.
Dios
llama a pecadores, no al autosuficiente. El trae a su viña aquellos que
reconocen sus propias necesidades, no a las personas que piensan que son
<> (Apocalipsis 3:17). Los hombres
reunidos en el mercado en busca de trabajo estaban desesperados, plenamente
consientes de su necesidad. Eran pobres y humildes, carentes de recursos,
pidiendo trabajo, en representación de los pobres en espíritu. No había nada de
complacencia o satisfacción de sí mismos, sobre todo los que habían llegado al
final del día y todavía no tenían nada. Este es exactamente el tipo de persona
que Cristo vino a buscar y a salvar. Jesús dijo: << Los sanos no tienen
necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a
pecadores>> (Marcos 2:17; cp.
También 1 Corintios 1:26-31).
Dios es soberano en la manifestación externa
de la salvación. ¿Por qué esperar hasta la última hora para llamar a
algunos? ¿Por qué no contrato el dueño a todo el mundo en el mercado en su
primer viaje allí? La parábola no revela las razones. Tampoco sabemos por qué
Dios salva a las personas en diferentes etapas de la vida. El soberanamente
determina tanto cuando como a quien va a llamar. Pero todos los que son
llamados saben que son necesitados y están dispuestos a trabajar. Y su voluntad
es el resultado, no la causa, de la gracia de Dios para ellos. << Porque
Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad>> (Filipenses 2:13).
Dios cumple su promesa. El propietario de la viña le dijo al
primer grupo que le daría a cada uno un denario y así lo hizo. También cumplió
su promesa a los que contrato más tarde. Les prometió que iba a darles lo que
era justo y en lo que les dio fue más que generoso. De la misma manera, Dios
nunca da menos de lo que promete y a menudo da <> (Efesios
3:20).
Dios siempre nos da más de lo que
merecemos.
<> (Santiago 1:17). Y
todo lo que recibimos que no sea la condenación eterna es más de lo que
merecemos. Así que no hay lugar para que los cristianos nos enojemos por la
gracia de Dios hacia los demás o por pensar que de alguna manera El nos ha
defraudado. Esta misma idea está llena de blasfemia. De hecho, ese fue el
espíritu del hermano mayor de la parábola del hijo prodigo. Le disgusto
profundamente la gracia de su padre hacia su hermano, el hijo prodigo.
Dios es misericordioso y
siempre debemos elogiar su gracia. La parábola de los obreros de la viña exalta
maravillosamente el principio de la gracia. Mi propia respuesta a esta parábola
es de profundo agradecimiento, ya que hay muchos que han sido más fieles que
yo han trabajado más duro que yo, más
tiempo que yo y han padecido bajo más grandes pruebas. Quizá hay otros que han
trabajado menos, por menos años, con menos diligencia. Pero la gracia abunda
incluso para el más grande de los pecadores y Dios nos salva perpetuamente (Hebreos 7:25). Esto le da la gloria y
que sin duda es una razón para alabarle y regocijarnos junto con todos los que han recibido esta gracia.
--------------------------------