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Una lección
acerca de la justicia y la gracia.
¿Qué, pues diremos? ¿Qué hay injusticia en
Dios? En ninguna manera.
(Romanos
9:14.)
¿Alguna vez ha pensado en el fuerte contraste entre
Judas Iscariote y el ladrón en la cruz?
Uno era un discípulo cercano de Jesucristo e invirtió tres años de su
vida en la mejor y más intensa instrucción religiosa disponible en cualquier
lugar. Sin embargo, perdió su alma para
siempre. El otro era un endurecido criminal de toda la vida que todavía se
burlaba de todo lo santo, mientras moría por sus crímenes. Pero el fue
directamente al paraíso para siempre.
La diferencia entre estos dos hombres no podría ser
más pronunciada ni podían finalizar las historias de sus vidas de manera más
sorprendente. Judas era un discípulo de Cristo en el círculo más cercano de los
doce. Predico, evangelizo, ministro e incluso se le dio poder de <> (Lucas 9:1). Parecía
un modelo de discípulo. Cuando Jesús predijo que uno de los doce lo traicionaría,
nadie señalo con sospecha a Judas. Confiaban tanto en el que los otros
discípulos lo habían hecho su tesorero (Juan
13:29). Ellos evidentemente no vieron nada en su carácter o actitud que
pareciera cuestionable mucho menos diabólico. Pero el traiciono a Cristo, puso
fin a su propia vida miserablemente mediante el suicidio y entro en la
condenación eterna cargado de culpa horrible. Las palabras de Cristo acerca de,
el, en Marcos 14:21 son
escalofriantes: << ¡Hay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es
entregado bueno le fuera a ese hombre no haber nacido!>>.
El
ladrón en la cruz, por el contrario, era un criminal de carrera, un malhechor
lo bastante peligroso que había sido condenado a morir en la forma más lenta y más
dolorosa de pena capital conocida. Se le llama un <> en Mateo 27:38, usando una palabra griega
que significa un bandido o un salteador de caminos. El estaba siendo
crucificado con un compañero. Ambos fueron originalmente programados para ser
ejecutados junto con Barrabas, un insurrecto y asesino (Lucas 23:19).
Todo eso indica que él era parte de una pandilla de
despiadados rufianes que robaban con violencia y vivian sin ley, sino según sus
propias pasiones. El era claramente despiadado, miserable y agresivo, ya que en
las primeras horas de la crucifixión, tanto él como su compañero de delitos se
burlaron y maldijeron a Jesús junto con la multitud (Mateo 27:44). Pero viendo ese ladrón a Jesús morir en silencio,
<> (Isaías 53:7). El
criminal endurecido tuvo un notable cambio de último minuto de corazón.
Literalmente en los últimos instantes de su miserable vida terrenal, confesó su
pecado (Lucas 23:41); pronuncio una
sencilla oración: <> (v.42) y entro ese
mismo día en el paraíso (v.43), vestido
de justicia perfecta, sin su pesada culpa y completamente pagada por Cristo.
Los que piensan que el cielo es una recompensa por
hacer el bien podrían protestar que esto era lanzar la justicia por la ventana.
El ladrón no había hecho absolutamente nada para merecer el cielo. Si es posible
perdonar a un hombre de forma tan completa en los últimos momentos de una vida
miserable llena de grave pecado, ¿No sería también adecuado para que un acto de
traición como el de Judas fuera cancelado (o mitigado) sobre la base de
cualquier buena obra que había hecho mientras siguió a Cristo por tres años?
Las personas de vez en cuando plantean cuestiones por el estilo. El internet está
lleno de comentarios y artículos que dan a entender que Judas fue tratado injustamente
o juzgado con demasiada severidad.
El
propio Judas parecía ser la clase de persona que se mantiene al tanto de tales
asuntos. Por ejemplo, el protesto cuando maría ungió los pies de Jesús con un
perfume costoso. El conocía el valor exacto del ungüento (igual a un año de
salario) y se quejo: <<¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos
denarios, y dado a los pobres?>> (Juan
12:5). Sin duda, también habría pensado que; la gracia que Jesús mostro al ladrón
era demasiado exagerada.
Las
personas que han dedicado sus vidas a la religión a veces parecen resentirse
cuando Dios se acerca y bondadosamente redime a alguien a quien ellas
consideran indigno del favor divino.
Lo
que necesitamos tener en cuenta es que todas las personas son totalmente indignas.
Nadie merece el favor de Dios. Todos somos pecadores culpables que merecemos
nada más que la condenación. Nadie que ha pecado tiene derecho a alguna justa
reclamación de la bondad de Dios.
En
cambio, Dios tiene todo el derecho de mostrar misericordia y compasión a quien
El quiera (Éxodo 33:19). Por otra
parte, cuando El muestra misericordia siempre lo hace en rica abundancia. Como
le dijo a Moisés, El es <> (34:6-7).
Las
personas que protestan que Dios es injusto cuando El muestra la gracia a las
personas que menos se la merecen, simplemente no entienden el principio de la
gracia. La justicia plena significaría la muerte inmediata de todos los
pecadores, porque <> (Romanos 6:23). La verdad es que
realmente no queremos lo que es <>. Todos necesitamos con
urgencia la gracia y la misericordia.
Por
otro lado, la gracia no es injusta, porque Cristo hizo plena expiación por los
pecados de aquellos que confían en El, y de esta manera volvió la justicia a su
favor. << Si confesamos nuestros pecados, y El es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, limpiarnos de toda maldad>> (1 Juan 1:9, énfasis añadido). Debido a
que Cristo tomo sobre sí mismo el castigo del pecado, Dios puede justificar a
pecadores creyentes (incluso pecadores notorios como el ladrón en la cruz) sin
comprometer su propia justicia. << El sea [a la vez] el justo, y el que
justifica al que es de la fe de Jesús>> (Romanos 3:26).
Si
dios muestra misericordia a un vil ladrón en sus estertores de muerte al tiempo
que condena a alguien con una trayectoria religiosa como Judas, <<¿Qué
pues, diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios? En ninguna manera>> (Romanos 9:14). Dios << de quien
quiere, tiene misericordia>> (v.
18).
La
misericordia de dios nunca se debe considerar como una recompensa por las
buenas obras. El cielo no es un premio
para las personas que se lo merecen. Dios <> (Romanos 4:5) La gracia es, por definición
inmerecida. Pero no es injusta. No
trate de someter la gracia de Dios a las nociones infantiles sobre el juego
limpio y la equidad. Nadie puede reclamarle algo a la misericordia de Dios. El
es perfectamente libre para dispensar su gracia como le parezca adecuado. Así
le dijo a Moises: <> (Romanos 9:15).
En
mateo 20:1-15, Jesús narra una
parábola que ilustra estos principios.
Porque
el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió
por la mañana a contratar obreros para su viña.
Y
habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.
Saliendo
cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza
desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña y os daré lo que sea
justo. Y ellos fueron.
Salió
otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo.
Saliendo
cerca de la hora undécima, hallo a otros que estaban desocupados; y les dijo:
¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?
Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les
dijo: Id también vosotros a la viña y recibiréis lo que es justo.
Cuando
llego la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales
el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros.
Y
al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un
denario.
Al
venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también
ellos recibieron cada uno un denario.
Y
al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, diciendo: Estos
postreros han trabajado una sola hora, y
los has hecho iguales que a nosotros,
que hemos soportado la carga y el calor del día.
El
respondiendo, dijo a uno de ellos: amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste
conmigo en un denario?
Toma
lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti.
¿No
me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tu envidia, porque yo
soy bueno?
Tal
como todas las parábolas, esta tiene como objetivo enseñar una profunda verdad
espiritual. Jesús no está considerando leyes justas de trabajo, salario mínimo,
equidad en nuestras relaciones comerciales o cualquier otro principio terrenal.
El esta describiendo cómo funciona la gracia en la esfera donde gobierna Dios.
Esta
parábola pertenece al ministerio tardío de Cristo, cuando él estaba ministrando
en Perea, al este del rio Jordán, frente a Jericó. Esta fue la misma región en
la que el ministerio de Juan el Bautista había florecido. Jesús se había
retirado allá después de que algunos jefes de los fariseos trataron de
prenderle (Juan 10:39-40). Las
semanas que paso en Perea fueron las más fructíferas de su ministerio terrenal.
La zona era un desierto estéril, pero una multitud vino a escuchar a Jesús de
toda Galilea y Judea. <> (vv.
41-42)
La parábola.
La
parábola de la viña nos presenta <> la
palabra en el texto griego es oikodespotes (de oikos, que significa
<<casa>>, y despotes, que significa
<>). Cuando este señor de la casa pregunta: <<¿no
me es hacer lo que quiero con lo mío?>> indica que el dinero que se pago
a los trabajadores pertenecía a él (Mateo
20:15). El versículo 8 lo llama << el señor de la viña>> y que
era una finca de tamaño considerable para requerir tantos trabajadores para
ayudar con la cosecha. Así que este era un hombre de gran influencia y riqueza.