Un linaje es una historia personal. Cuando era niña, quería aprender todo acerca mi historia. ¿Qué significa mi apellido? ¿Quiénes son las personas que comparten mi ADN? De adulto, comencé a llenar mi árbol genealógico y a conectar con familiares lejanos en línea. Es un deseo del ser humano saber de dónde viene. Ninguno de nosotros tiene una historia familiar perfecta, pero podemos mirar un árbol genealógico y ver el muy detallado entretejido de las vidas que finalmente resultaron en nuestra existencia, y nos asombramos.
El linaje de Jesús es más interesante que el de la mayoría. Es un complejo tejido de la vida de vil pecadores que finalmente resultaron en un santo Mesías. Cuando te detienes a considerar todo el sufrimiento, la rebelión, y el comportamiento pecaminoso que resultaron en el Dios encarnado es posible que te hagas algunas preguntas. Algunos de los ancestros más sorprendentes que figuran en Mateo 1 son cuatro mujeres. En una genealogía “normal” del primer siglo, es difícil encontrar a una mujer en la lista. Pero luego, en los archivos del siglo I, encontramos la genealogía de la persona más importante que jamás haya existido. En esta lista Mateo agrega los nombres de algunas mujeres para contar la historia del linaje de Jesús. [1]¿Por qué?
Mateo siguió una práctica común de aquella época y dividió la genealogía de Jesús en 14 generaciones entre Abraham y David, y entre David y José, el esposo de María. Para llegar a las 14 generaciones, Mateo tuvo que hacer algunos recortes (que también era común). ¿Por qué, entonces, Mateo eliminaría generaciones importantes para colocar a Tamar, Rahab, Rut y Betsabé en la lista de “Los 42 principales miembros de la familia de Jesús”? No era común incluir a las mujeres en las genealogías, especialmente a estas mujeres. Cada una tiene una historia vergonzosa.
¿Estaba Mateo simplemente adelantándose a su tiempo, asegurándose de incluir mujeres “emblemáticas” para mostrar cuán “inclusivo” y “actualizado” era?
Estas no eran mujeres emblemáticas. Eran participantes esenciales del cumplimiento de las promesas de Dios a Abraham y David. Eran jugadoras clave del Reino.
Para entender Mateo 1, necesitamos rebobinar hasta llegar a promesas anteriores. Primero, Dios le prometió a Abraham que muchas naciones serían bendecidas a través de su linaje (Gn. 12). Segundo, Dios le prometió a David que levantaría un Rey permanente a través de su linaje (2 S. 7:12-16). Mateo nos muestra al comienzo de su Evangelio que estas promesas de linaje se han cumplido. Jesús nace, y Él es tanto una bendición para las naciones al igual que es el Rey eterno.
Mateo nos dice algo único a través de su recuento. Nos muestra quién sacó a la luz a este Rey y cómo Dios usó a hombres y mujeres para hacerlo.
Se suponía que Tamar daría a luz a un hijo que continuaría el linaje de Judá. Ella perdió a su esposo, y a raíz de esto, sus familiares fueron llamados a levantar su descendencia. Sin embargo, eran egoístas y malvados, y no hicieron su parte para continuar este linaje. Así que, ella tomó el asunto en sus propias manos. Su método fue poco convencional y arriesgado. Sin embargo, ella valoraba más la continuación del linaje de Judá que a sus familiares. Debido a esto contribuyó al linaje del futuro Rey de Israel y se aseguró de que Judá tuviera un hijo (Gn. 38).
Rahab no pertenecía al pueblo de Israel. Su tierra estaba sitiada por los israelitas y sabía que su Dios estaba con ellos. Entonces fue en contra del rey de Jericó, reconoció a Dios como Yahvéh, y se convirtió en parte del linaje que dio a luz al verdadero Rey de Israel. Rahab fue injertada en el reino de Dios por fe. Aunque no pertenecía, Dios le dio continuidad a la historia de su Hijo a través de esta prostituta convertida en miembro fiel del reino de Dios (Jos. 2, 6; Heb. 11:31).
Rut tampoco era israelita de sangre. Ella era parte de una nación enemiga, pero se casó con la nación israelita. Después de la muerte de su esposo, Rut toma al Dios de Israel como su Dios, y junto con su suegra busca casarse nuevamente. Ella hace esto para que un pariente redentor pueda darle protección y estatus a su familia una vez más. Rut encuentra a este hombre en Booz, pero la verdadera redención no vino con las nupcias, sino cuando da a luz a su hijo. Es este niño el que señala la promesa de un niño por venir: un verdadero Redentor que vendrá del linaje de Rut (Rt. 4).
Si eres una mujer que se siente no amada, desestimada, o menos valiosa que los hombres, busca al Salvador.
Betsabé fue víctima de un rey codicioso. El rey David la obligó a complacerlo, asesinó a su esposo y, como resultado de su pecado, su bebé murió. El rey se aprovechó de Betsabé, avergonzándola y quitándole su pureza y su protección. La tristeza de Betsabé por la pérdida de su primogénito es un trágico resultado del pecado. Sin embargo, Dios redime sus circunstancias dándole otro hijo, quien continuará el linaje de David que conduce al Rey Verdadero (2 S. 11–12).
Este Rey no se aprovecha de las mujeres sino que las eleva en su vida y ministerio. Este Rey no asesina para su propio beneficio, pero es asesinado por el nuestro. Este Rey muere, pero a diferencia del primogénito de Betsabé, Él se levanta y redime todas las injusticias cometidas tanto a mujeres como a hombres.
¿Y cómo hizo esto? Comenzó por haber nacido de una mujer. María, una virgen embarazada del Hijo de Dios, en riesgo de un divorcio por parte de su esposo, y de condición humilde, da a luz a Jesús. Él es quien vio las penas de Tamar, Rahab, Rut, y Betsabé, y redime sus vidas cubiertas de pecado.
La genealogía de Jesús debería ser un lugar de corrección para todos los que creen (o están tentados a creer) que las mujeres deben sentarse al margen de la obra redentora de Dios. Era el plan de Dios desde el principio que las mujeres fueran piezas clave en su árbol genealógico. No tenía miedo de cómo sus desordenadas historias afectarían la suya. Más bien, Dios hizo su promesa de levantar a un Salvador del linaje de Abraham y David. Él usó a estas mujeres para contribuir al cumplimiento de su promesa.
Jesús vino a la tierra por cada una de estas mujeres, para cada una de estas mujeres. Si eres una mujer que se siente no amada, desestimada, o menos valiosa que los hombres, busca al Salvador. Valora tu herencia y cuánto te ama. Recuerda que Jesús está por ti: Él murió para que puedas vivir.
[1] Estoy agradecida con Andrew Forester por sus notas sobre este tema y por su aliento para escribir este artículo. Además, gran parte de la investigación en este artículo se puede encontrar aquí: https://thebibleproject.com/blog/jesus-genealogies/