Ciertos aspectos de la Biblia levantan sospechas hoy. Hallamos en ella afirmaciones que chocan con sensibilidades modernas (como su enseñanza sobre la sexualidad). Encontramos datos que parecen contradecir la historia extra-bíblica (como la fecha de la caída de la muralla de Jericó). Leemos pasajes que parecen contradecirse mutuamente (por ejemplo, ¿cuántos ángeles estuvieron en la tumba vacía de Jesús: uno o dos?).
Existen dificultades de este tipo en partes de la Escritura. ¿Qué hacemos con ellas? ¿Debemos concluir que hay errores en la Biblia?
Durante siglos, la mayoría de cristianos han contestado esta pregunta con un no rotundo. Por ejemplo, Agustín dijo que los autores bíblicos “fueron completamente libres de error”. Tomás de Aquino decía lo mismo. Lutero dijo que “las Escrituras nunca se han equivocado” y “es imposible que se contradigan”. También Calvino dijo que la Biblia es “el listón sin error” y “la infalible Palabra de Dios”. No obstante, desde la Ilustración, muchos dejaron de recibir la Biblia con sumisión y reverencia. Se comenzó más bien a cuestionar la Escritura, juzgar sus méritos, y dudar su veracidad.
Hoy el escepticismo acerca de la fiabilidad de la Biblia ha ido a más. No obstante, muchos cristianos siguen creyendo que la Biblia es inerrante, es decir, sin errores. Confiesan que, bien entendida, la Biblia es veraz en todo lo que afirma.
En este artículo explicaremos brevemente la doctrina de la plena inerrancia de las Escrituras, contrastándola con dos posturas contrarias.
Posturas acerca de la inerrancia
1) Naturalismo
Mucha gente no cree que la Biblia es inspirada por Dios. Quienes piensan así tratan de leer la Biblia como un libro meramente humano, sometiéndola a sus juicios. Encuentran, según su criterio, errores por todos lados. La verdad es que negar la inspiración divina de Biblia no es una postura auténticamente cristiana. Las personas que opinan así rechazan la voz de su Creador, perceptible claramente en la lectura de su Palabra.
Dudar parcialmente de la veracidad de la Biblia puede llevarnos a dudar de ella en su totalidad.
2) Inerrancia limitada
Muchos otros, creyendo que la Biblia de alguna manera es la Palabra de Dios, elaboran su doctrina de las Escrituras así: examinan la Biblia no tanto para ver lo que dice acerca de su origen, sino para ver cómo es. Examinan sus características: si es coherente con datos extra-bíblicos y si es coherente consigo misma. Según las conclusiones de tal estudio, deciden hasta qué punto es veraz o no.
Un gran número de quienes siguen esta metodología ven las dificultades que ya hemos mencionado y concluyen que la Biblia tiene algunos errores. Hablan de una inerrancia limitada. Normalmente, dicen que ella es veraz en muchas de sus enseñanzas, sobre todo las que tienen que ver con la fe y la salvación, pero puede errar en otras afirmaciones, como las históricas o científicas. Argumentan que el propósito de la Biblia no es enseñarnos acerca de geografía, historia, y ciencia. Más bien, la inspiración solo asegura un relato fiable en cuanto a temas de doctrina y práctica cristiana.
Para muchos, esta postura es atractiva. Pero tenemos que preguntar si es viable. Hay por lo menos tres problemas graves con ella.
Los problemas de la inerrancia limitada
1) ¿Hallamos en la Biblia una distinción entre afirmaciones sagradas veraces y afirmaciones seculares erróneas? No. Todo lo contrario: la Escritura hace afirmaciones de muchos tipos acerca del mundo que Dios creó, y no hay indicio de que algunas se deben tomar en serio y otras no. Es cierto que hay que entender bien qué es lo que los autores pretenden afirmar, pero lo que se afirma se ha de tomar como Palabra de Dios.
2) Si la Biblia puede errar en algún dato histórico, ¿cómo estar seguros que no yerra en otros? Nuestra salvación depende de la historicidad de muchos hechos registrados en la Biblia, sobre todo la muerte y resurrección de Jesús. Si puede estar errada en un detalle, lo puede estar en mil. Si puede estar errada en detalles menores, lo puede estar también en detalles centrales. Dudar parcialmente de la veracidad de la Biblia puede llevarnos a dudar de ella en su totalidad.
3) Si nosotros decidimos cuáles partes de la Biblia son fiables y cuáles otras no, ¿quién es la última autoridad? La Biblia es una palabra personal de Dios dirigida a nosotros, no es nuestra competencia decidir qué partes de ella aplicar y qué partes no.
Al final, la postura de inerrancia parcial no es viable, ni prácticamente ni espiritualmente. No significa que quienes piensan así no sean creyentes necesariamente, pero esta postura no es coherente con su fe. ¿Cómo puedes someterte a un texto que antes tiene que someterse a tu juicio?
La inerrancia plena de la Escritura
Otra manera de acercarnos a este tema sería basarnos en lo que las Escrituras dice de sí misma. ¿Qué dice ella sobre su veracidad? Por un lado, dice que es inspirada en su totalidad (2 Ti. 3:16-17). El teólogo John Frame resume esta verdad así: lo que la Biblia dice, Dios lo dice.
Si nos basamos en la enseñanza bíblica, la conclusión es clara: la Biblia no puede contener errores.
De aquí sacamos una clara deducción: como Dios no se equivoca ni miente, la Biblia tampoco. Además, la Biblia afirma su veracidad (Sal. 12:6; 119:43, 142, 160; Pr. 30:5; Jn. 17:17 “tu palabra es verdad”). Si nos basamos en la enseñanza bíblica, la conclusión es clara: la Biblia no puede contener errores.
Ahora bien, alguno dirá: ¡basarse en la Biblia para decidir qué creemos sobre ella es una trampa! Pero fíjate que hacemos exactamente lo mismo al formular las demás doctrinas de nuestra fe. Un ejemplo: la doctrina de la bondad de Dios. ¿Verdad que creemos que Dios es siempre bueno? ¿Cómo lo sabemos? No en base a nuestra experiencia. Si nos basamos en ella, parece que hay evidencia que precisamente va en contra de su bondad. Viendo la cantidad de sufrimiento que hay en el mundo, podríamos concluir que Dios no es tan bueno. No obstante, si priorizamos lo que la Biblia enseña y no el juicio humano, proclamaremos con el salmista la “inmensa bondad” de Dios (Sal. 145:7). Del mismo modo, creemos que la Biblia es inerrante porque ella lo dice.
Conclusión
Si la Biblia es la Palabra de Dios, todo lo que afirma es verdad. Lo que ella dice, lo dice Dios. Y lo dice a nosotros. Por un lado, esto significa que no somos competentes para juzgarla. Por otro lado, esto significa que podemos confiar plenamente en ella. Así que confesemos con el salmista: “en tu palabra he confiado” (Sal. 119:42).
En un próximo artículo veremos cómo tratar con los aparentes errores en la Biblia.