El año 2020
ya está aquí
¿está usted listo?
Publicado en 2 de Ene, 2020 por Victor Kubik Tiempo estimado de lectura: 25 minutos
Mientras
la sociedad ignora los verdaderos problemas de nuestra existencia y se aleja
aún más de Dios y de los verdaderos valores, ¿cómo puede extrañarnos que las
relaciones entre las personas y entre las naciones continúen arruinándose y
empeorando?
Ahora que hemos
comenzado el año 2020, es natural sentir curiosidad en
cuanto a lo que nos deparan los próximos diez años. ¿Seguirán igual las cosas?
¿O se derrumbará el frágil estado de las rivalidades políticas mundiales, las
economías inestables y el variado espectro de religiones? Si es así, ¿cómo nos
afectará esto mientras reflexionamos sobre nuestra propia seguridad y la
dirección de nuestras vidas?
¿Qué podemos esperar
que ocurra en el panorama mundial en el próximo año y la próxima década?
La misión de la
revista Las Buenas Noticias es mostrar
desde las páginas de la Biblia hacia dónde se dirige la civilización humana y
dónde acabará. Las Buenas Noticias es “Una revista
de comprensión”, y esta comprensión no solo consiste en saber qué está
sucediendo, sino también en reconocer por qué.
La profecía bíblica
es más que una revelación de lo que está en el futuro. Nos proporciona consejos
sobre lo que tenemos que pensar y hacer, ya que los acontecimientos venideros
nos afectan.
La Biblia explica las
causas del alarmante estado del mundo en que vivimos y nos muestra que,
lamentablemente, las cosas empeorarán mucho más. Y sin embargo, nos entrega
esperanza de que el mundo cambiará verdaderamente y predice un final victorioso
y feliz.
Gracias a la visión
general que nos proporciona la Biblia, podemos dimensionar la importancia de
las principales tendencias y condiciones que observamos en el mundo que
nos rodea.
Este es nuestro
vigésimo quinto año de publicación, y los eventos más grandes en la historia de
la Tierra están a la vuelta de la esquina. Acompáñenos en este análisis.
La profecía de Jesucristo sobre el tiempo del fin
Una de las profecías
más conocidas del tiempo del fin en la Biblia es la “profecía del monte de los
Olivos”, registrada en Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21. Pocos días antes de
su muerte, Jesús llevó a sus seguidores al Monte del Templo en Jerusalén y les
habló de la destrucción de la ciudad que se avecinaba, incluyendo el amado
templo: “Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no
quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada” (Mateo 24:2). Los romanos
devastaron la zona unos 40 años más tarde, en el año 70 d. C., como
indicador de las cosas mucho peores que vendrían.
Después de dejar el
Monte del Templo, Jesús y sus discípulos subieron al monte de los Olivos, cerca
de allí, donde le preguntaron: “¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin del
mundo?” (v. 3). Cristo procedió a describir una
serie de tendencias y horrendos acontecimientos que se extenderían hasta mucho
después de la antigua destrucción del templo y de Jerusalén, condiciones que
aumentarían en frecuencia e intensidad a medida que se acercara el tiempo del
fin. Este listado incluye una serie de cosas que aún no han sucedido.
Jesús habló primero
de los impostores religiosos que engañarían a muchos, y luego se refirió a
guerras y rumores de guerras. Esto es algo que sabemos muy bien con solo ver
las noticias diarias. El sueño de la paz mundial sería cada vez más esquivo.
Luego vendrían hambrunas y enfermedades. Habría tristeza, traición y más engaño
y luego, cerca del final, el peor momento de angustia y aflicción de la
historia humana (versículos 21-22).
Pero el período de
oscuridad que precedería el final también sería un tiempo en que el evangelio
proliferaría en el mundo: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el
mundo, para testimonio a todas las naciones, y
entonces vendrá el fin ” (v. 14, énfasis nuestro en
todo este artículo). En el mismo discurso, Cristo compara el estado de ánimo de
la gente antes de que el mundo se suma en el caos final, con el de los tiempos
de Noé: “Pero como en los días de Noé, así será también la venida del Hijo del
Hombre. Porque como en los días anteriores al diluvio, comían y bebían, se
casaban y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca”
(vv. 37-38).
Como antes, la
mayoría de la gente no se dará cuenta de la gravedad de su situación hasta que
sea demasiado tarde.
Comparación con los días de Noé
Además de construir
una enorme arca, Noé fue un predicador de justicia (2da Pedro 2:5), y a lo largo de
los 120 años que duró su proyecto de
construcción altamente visible, su ministerio consistió en advertir al mundo
sobre su maldad y su destructivo estilo de vida. Señaló que el arca y lo que
representaba era para salvar vidas, no solo de los diversos tipos de animales,
sino de personas que se volverían a Dios.
Sin embargo, después
de un siglo de trabajo no había ninguna evidencia de algún cambio de corazón o
arrepentimiento y, como resultado, ningún ser humano fuera de la familia
inmediata de Noé sobrevivió. La reacción de la sociedad fue una cruel
indiferencia ante las advertencias de Noé y sus ruegos para que
tomara medidas.
Observen cómo se
resume esa sociedad: “Y vio el Eterno que la maldad de los hombres era mucha en
la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de
continuo solamente el mal. Y se arrepintió el Eterno de haber hecho hombre en
la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo el Eterno: Raeré de sobre la faz de
la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta
el reptil y las aves del cielo, pues me arrepiento de haberlos hecho”
(Génesis 6:5-7).
La sociedad de aquel
tiempo había perdido su conciencia, el discernimiento de los valores y la
decencia, y cualquier relación con el Dios que les había estado hablando a
través de Noé. Después de más de un siglo de advertencia, ya no eran
redimibles. Como sociedad, no podrían continuar con toda la perversión
insostenible que debilita y, en última instancia, destruye una civilización.
Y lo mismo se está
convirtiendo en realidad en nuestros días.
¿Se ha sumido tanto
la sociedad en una forma desviada de pensar que ni siquiera puede reconocer lo
que está bien y lo que está mal? ¿Estamos perdiendo la habilidad de
identificarnos con la decencia y los valores comunes que rigen, entre otras
cosas, la familia, el matrimonio y el sexo? La verdad bíblica está siendo
continuamente atacada y ridiculizada. Tenemos problemas para definir incluso
algo tan simple como la diferencia entre hombre y mujer. Nuevos comportamientos
desviados están siendo permitidos. Nuestra sociedad se enorgullece de permitir,
e incluso admirar, versiones corruptas del matrimonio y la sexualidad
anteriormente consideradas tabúes, y de llamar a esto “progreso”.
Vivimos en lo que
algunos han llamado la era de la “posverdad”, en la cual las emociones y las
creencias personales tienen más influencia en la formación de la opinión
pública que los hechos objetivos. Tenemos tantas opciones y alternativas, que
es fácil escuchar lo que queremos y seleccionar la información que mejor se
adapte a cualquier conclusión que deseemos. Por lo tanto, lo que se considera
como verdad es cada vez más relativo, y puede ser adaptado a la conclusión
personal y a la realidad de cada uno. Sin embargo, esto se debe en gran medida
a la influencia de los medios de comunicación. Ya no es “nosotros informamos y
tú decides”. Cada vez es más “nosotros informamos y decidimos lo que tú
debes pensar”.
Es cada vez más
difícil llegar a las mentes deformadas por este cambio social: personas que se
resisten a aceptar la verdad absoluta y que desprecian los valores eternos. Una
corriente similar y el abandono de la verdad tuvieron lugar en tiempos de Noé.
Nos estamos convirtiendo de manera creciente en una sociedad poscristiana en la
cual la creencia en el Dios de la Biblia es cada vez más irrelevante. La gente
simplemente no quiere que la molesten con Dios.
Vivimos en una
extraordinaria época de descubrimientos. Pero no importa cuántas pruebas
irrefutables de la existencia de Dios aparezcan mediante increíbles
descubrimientos en el mundo y el universo que nos rodea, porque a menudo se
ignoran. No hay exclamaciones de alegría y alabanza a Dios en los medios de
comunicación por las muchas maravillas que continuamente salen a la luz.
Y mientras la
sociedad ignora los verdaderos problemas de nuestra existencia y se aleja aún
más de Dios y de los verdaderos valores, ¿cómo puede extrañarnos que las
relaciones entre las personas y entre las naciones continúen arruinándose y
empeorando? De los días de Noé se nos dice: “Y se corrompió la tierra delante
de Dios, y estaba la tierra llena de violencia” (Génesis 6:11). La gente no
valoraba a sus semejantes como creaciones preciosas hechas por Dios a
su imagen.
Lamentablemente,
muchas profecías predicen que veremos cómo nuestro propio mundo se sumirá en la
misma corrupción y violencia, pero a una escala nunca antes vista. Frente a los
oscuros tiempos que se avecinan, debemos considerar los desafíos de las condiciones
del mundo y preguntarnos: ¿Existe algún camino hacia la paz?
Encuentro con F. W. de Klerk
En el umbral del
nuevo milenio que comenzó en el año 2000, escuché al ganador
del Premio Nobel de la Paz de 1993 y “Hombre del
año” de la revistaTime , F.
W. de
Klerk. Él dio un discurso ante el Club Económico de Indianápolis, y después
pude hablar con él. Me gustaría compartir algunos de sus puntos de vista sobre
su evaluación del estado del mundo en ese momento.
De Klerk, que fue
presidente de Sudáfrica, es más conocido por haber supervisado la liberación de
Nelson Mandela de la prisión de Robin Island en Ciudad del Cabo en 1990. Mandela y de Klerk
trabajaron juntos para poner fin al sistema socioeconómico y político del apartheid , que significa
“apartar”, el cual institucionalizó la segregación racial y la discriminación
en favor de la minoría blanca.
Junto con Mandela, de
Klerk tuvo un éxito parcial en la estabilización de Sudáfrica, tanto así que la
nación pudo seguir adelante con relativa paz y prosperidad económica. En su
exposición dijo que en 1989 el mundo estaba preparado para
que en Sudáfrica sucediera lo peor. Podría haberse convertido fácilmente en
otro Zimbabwe, que fue llevado a la ruina tanto económica como políticamente
por los nuevos gobernantes revolucionarios.
Lo que ocurrió en
Sudáfrica, por el contrario, fue una transición de poder aparentemente
milagrosa que permitió a su población –solo un 14 por ciento de
blancos y una compleja mezcla de gente de color– llevarse bien de manera más
razonable. La valiente visión y el trabajo de Mandela y de Klerk, así como la
cooperación de otros líderes sudafricanos, ayudaron a configurar el destino de
su nación.
El altruismo de De
Klerk era evidente mientras expresaba apasionadamente su deseo de encontrar una
manera de que las numerosas personas que consideraban a Sudáfrica su hogar
pudieran coexistir. Sudáfrica solo había logrado parcialmente esa coexistencia,
o más exactamente, un indulto. Pero fue refrescante ver este ejemplo positivo
en medio de tantos y tan lamentables fracasos del gobierno.