Por favor cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.
Necesitamos tener sed por la presencia de Dios. Existen muchas ocasiones en nuestras vidas en que empezamos a ceder, en que nos empezamos a desanimar, en que la llama de la pasión que ardía en nosotros parece apagarse más y más; ya no oramos con frecuencia, decimos constantemente la infaltable excusa “es que no tengo tiempo”, dejamos relegado el servicio a Dios y nos ocupamos de cosas vanas, olvidando quién es el que nos ha salvado y nos ha guiado por camino de bendición y de vida.
Nosotros somos muy propicios a juzgar a los israelitas por su ingratitud frente a Dios pero no nos damos cuenta que no somos tan diferentes a ellos. Se dice que aquél que no conozca la historia está condenado a repetirla, no repitamos la historia de un pueblo que, teniendo la maravillosa oportunidad de tener la palabra de Dios por profetas, que pudieron ver la grandeza de Dios, que eran escuchados por Dios cuando necesitaban libertad y salvación; decidieron olvidarse de Él y sufrieron consecuencias funestas por su decisión.
La gratitud hace referencia a recordar. En el Salmo 42 se ven referencias a esto en los versículos 4 y 6. Es necesario recordar y tener presente en nuestras mentes las obras que Dios ha hecho en nosotros para alabarlo y tener fortaleza y seguridad en todo momento; el día que lo olvidemos, estaremos renunciando a vivir.
No podemos olvidar, no podemos olvidar todas las cosas maravillosas que hemos visto, que hemos oído, que hemos vivido; no podemos olvidar la magnífica salvación que tenemos ni la esperanza que nos da aliento para levantarnos cada mañana.
No puedes desanimarte, no puedes darte por vencido, no cuando hay algo tan grande adelante. Sé muy bien que existen muchas cosas que nos quieren alejar de la verdad: Los pensamientos, palabras hirientes de alguna persona, darse cuenta que una persona no es quien dice ser, etc. Tengan presente que nuestra lucha no es contra personas sino contra entes espirituales que buscan desanimarnos y apagar el fuego que hay en nosotros.
En el Antiguo Testamento, se explica que era una orden de Dios que la lámpara del Templo no se podía apagar y tenía que ser avivada por el sacerdote constantemente. Nosotros somos el templo de Dios y no podemos dejar que la Lámpara del Espíritu Santo se apague. En Apocalipsis Jesús le dice a una de las iglesias “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.” Apocalipsis 3:11. Retengamos la fe, retengamos el primer amor, retengamos la esperanza a la cual fuimos llamados, que NADIE robe nuestra corona.
En el Salmo se hace referencia a algunos elementos que me gustaría analizar más profundamente y compartir con ustedes:
1. La sed:
Tener sed de Dios significa estar necesitado de su presencia. Es tener un profundo, sincero y agobiante deseo de estar junto al Padre Celestial. En el orden que le damos a las cosas, las necesidades físicas, como el hambre y la sed, están en un primer lugar. Este Salmo expresa que estar junto a Dios es una necesidad de primer grado, que no puede ser relegada ni eliminada. Nuestro Dios es el Dios VIVO, nuestra alma debe sentir esa pasión por conocerlo y amarlo; por recordar con gratitud las maravillas que ha hecho en nosotros.
2. La gratitud:
La gratitud es un valor cristiano que se relaciona profundamente con el amor. La biblia manda a amar a Dios con TODO nuestro corazón, con TODAS nuestras fuerzas, con TODA nuestra mente y con TODO nuestro ser. Ese amor no nace de la nada, sino que se basa en una sincera actitud de gratitud hacia aquél que mostró su inmenso amor por nosotros. No sé quién eres, pero estoy seguro que si estás leyendo esto es porque Dios te mostró su amor; esa es la razón por la cual tu debes amar a Dios con todo tu ser; aférrate a eso que hizo Dios por ti, recuérdalo y ata a tu mente los recuerdos de las obras del Dios vivo que te salvó. Nunca olvides lo que Él hizo por ti.
3. Confianza
Aún en momentos difíciles podemos confiar en Dios. Si sabemos que Dios está con nosotros y mantenemos vivos en nuestras mentes los recuerdos de sus obras, tendremos confianza en el momento de la adversidad y nada nos podrá mover de nuestras convicciones.
La base de toda la vida es estar enamorado de Dios. Él es la razón, es el origen, es el destino, es la razón, es la consecuencia. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo, porque lo he conocido; porque cuando recuerdo lo que ha hecho en mi vida le agradezco profundamente y lo aprendo a amar más; porque, así como necesito del pan y del agua para vivir, lo necesito a Él, sin Él nada tiene sentido.
No estemos abatidos ni desanimados; ¡ESPEREMOS EN DIOS! Él es nuestra salvación y nuestro Dios. Él mostrará su poder y su gloria y nosotros lo alabaremos.
Juan Felipe Caro Valencia