El profeta Ezequiel se movía poderosamente en el Espíritu y el Señor le dio una visión que contiene un mensaje oportuno de despertar espiritual para la iglesia de hoy. Como sucedió con la mayoría de los profetas del Antiguo Testamento, Ezequiel servía al rey de Israel, lo que significaba viajar con el ejército del rey y presenciar los horrores de la guerra. Pero Ezequiel recibió una visión tan terrible que superó todo lo que había presenciado en la vida real.
Dios le dijo a Ezequiel: “Ponte aquí, tengo algo que mostrarte” (ver Ezequiel 37:1). La palabra hebrea para “poner”, como se usa aquí, es la misma palabra que se encuentra en Lucas 24:49 cuando Jesús instruyó a sus discípulos: “Quedaos [pónganse] vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”. El significado en ambos casos es: “Entrega tus planes y estrategias y luego espera que yo te llene de mi poder”.
En la visión de Ezequiel, éste fue conducido a un valle lleno de huesos secos: “Me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera” (37:1-2). ¡Qué escena tan terrible! Una vasta extensión de tierra llena de esqueletos hasta donde Ezequiel podía ver. Mientras Ezequiel inspeccionaba la escena frente a él, Dios preguntó: “Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?” (37:3) Y Ezequiel respondió: “Señor Jehová, tú lo sabes” (mismo versículo). La respuesta de Ezequiel fue de total confianza, justamente la respuesta que Dios estaba esperando oír.
Puede que tú estés experimentando muchas cosas difíciles en tu vida y, de ser así, Cristo te hace la misma pregunta hoy: “¿Vivirán los huesos secos de tu situación? ¿Crees que puede suceder?”
Dios le dijo a Ezequiel que profetizara sobre los huesos para que pudieran vivir y nos pide lo mismo. Una vez que nuestra fe está comprometida, él nos llama a la acción, a hablar vida a nuestras familias y a nuestros diversos desafíos. “Pondré en vosotros espíritu, y viviréis” (37:6).
Del caos, Jesús produce vida; de las cenizas, él produce belleza. Y en una situación horrible que el enemigo planeó sólo para la destrucción, ¡Jesús sopla vida nueva!
Gary Wilkerson